El conflicto en Hong Kong y las implicancias de una intervención militar

Por Luna Blesa, 2 de julio de 2020

Hong Kong es una Región Administrativa Especial de la República Popular China que goza de un alto grado de autonomía, el cual fue concertado en el marco del acuerdo "un país, dos sistemas" durante el proceso de transferencia de la soberanía por parte de Reino Unido a China en 1997. En junio de 2019, cientos de miles de manifestantes salieron a las calles en Hong Kong para exigir que el gobierno retirase un controversial proyecto de ley de extradición. Si bien el proyecto fue finalmente cancelado, las protestas continuaron y el conflicto se intensificó conforme al aumento de violencia entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad. Pese a que la pandemia del coronavirus ha interrumpido la posibilidad de manifestarse pública y masivamente, las tensiones están lejos de solventarse. De hecho, la reciente decisión tomada por China, que introduce una ley de seguridad nacional en Hong Kong a través del Congreso Nacional del Pueblo, ha generado nuevas controversias. Esta medida elude el proceso legislativo autónomo de Hong Kong y amenaza el principio de "un país, dos sistemas". Frente a esta situación, es menester preguntarnos cuáles son las probabilidades de que las tropas chinas realicen una intervención militar directa en el territorio de Hong Kong a futuro, para limitar el conflicto por venir y defender los intereses de la soberanía.

 

Estableciendo las bases de la soberanía: contenidos normativos fundamentales

El territorio de Hong Kong formó parte del Imperio Chino desde el año 214 a.C hasta la llamada primera Guerra del Opio, en la cual el Imperio Británico adquirió en propiedad "a perpetuidad" la isla de Hong Kong mediante el establecimiento del Tratado de Nankín en 1842. Para los británicos, el tratado estaba destinado principalmente al propósito de lograr la apertura de China para mejorar el comercio, mientras que, para la dinastía Qing era un mal necesario para conseguir que los británicos beligerantes terminaran la guerra. La denominación "Hong Kong" se usa en referencia a un área constituida por tres partes principales: la isla de Hong Kong; la Península de Kowloon, que fue cedida al Imperio Británico en 1860 en virtud de la Convención de Pekín, luego de la Segunda Guerra del Opio; y los Nuevos Territorios, un área alquilada a Gran Bretaña durante 99 años en 1898, que incluye aproximadamente 230 islas periféricas. Es así como, luego de las dos Guerras del Opio y de los tratados con la dinastía Qing, en 1898 se firmó el acuerdo definitivo que marcó hasta la actualidad la relación entre Hong Kong y China continental. En resumen, la región de Hong Kong había sido arrendada al imperio desde el 1 de julio de 1898 hasta el 30 de junio de 1997, por lo que llegar a ese periodo límite implicaba la necesidad de una renegociación. Así, las históricas negociaciones sobre la transferencia de soberanía de Reino Unido a China culminaron en la adopción de la Declaración sino-británica y en la implementación de la Ley Básica de 1990, las cuales determinan la normativa de la región.

La Declaración Conjunta fue firmada el 19 de diciembre de 1984 en el "Gran Salón del Pueblo" por Margaret Thatcher y el primer ministro chino Zhao Ziyang. De este modo, a partir del 1 de julio de 1997, la soberanía de Hong Kong pasó a depender de la RPC. En la Declaración Conjunta se determinaron las políticas básicas de la RPC con respecto a Hong Kong. Se estableció que Hong Kong pasaría a ser una Región Administrativa Especial (RAE) bajo el poder de la autoridad del gobierno central de la RPC. Además, se determinó que Hong Kong disfrutaría de un alto grado de autonomía, excepto en asuntos exteriores y de defensa que son responsabilidad del gobierno central. Este punto es indispensable para el análisis sobre el conflicto actual debido a que una de las cuestiones principales que aparece en los reclamos de los manifestantes refiere a que, en realidad, la autonomía pautada en la normativa no se está cumpliendo, ya que el gobierno central chino extiende cada vez más su poder sobre la región. Por otro lado, entre las varias disposiciones que se determinaron en la declaración, tales como la cuestión de que Hong Kong conservaría el puerto libre y el territorio aduanero separado y que permanecería como un centro financiero internacional, se establece que el mantenimiento del orden público en la RAE de Hong Kong será responsabilidad del Gobierno de la Región Administrativa Especial de Hong Kong. En resumen, mientras que Hong Kong no posee autonomía sobre los asuntos exteriores y de defensa, sí posee fuerzas de seguridad autónomas, por lo que el gobierno hongkonés debe encargarse de mantener el orden público. Luego, en 1990 se adopta la Ley Básica de Hong Kong, que refiere al documento constitucional de máxima autoridad en el territorio. De todos modos, es el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional el que tiene el poder de interpretar la Ley Básica. La Ley refleja el ejercicio de la soberanía china sobre la región, al establecerse que la RAE de Hong Kong es una parte inalienable de la República Popular de China. A pesar de esto, también determina y hace referencia a la política de "un país, dos sistemas" al expresar que el sistema y las políticas socialistas no se practicarán en la Región Administrativa Especial de Hong Kong, y el sistema capitalista y la forma de vida anteriores permanecerán sin cambios durante 50 años. En adición, la Ley Básica establece una aclaración más detallada con respecto a lo determinado en la Declaración Conjunta ya que indica que, si bien la RAE goza de un poder judicial independiente incluso en la adjudicación final y si bien todos sus tribunales tienen jurisdicción sobre la región, hay algunas excepciones: no tienen jurisdicción en asuntos de defensa y de política exterior. En este sentido, la Ley Básica le confiere la responsabilidad de la política exterior de la RAE al Gobierno Popular Central (GPC) de la RPC. Además, se indica que el gobierno de Hong Kong es el responsable de mantener el orden público en la región y que las fuerzas militares para la defensa del GPC que se encuentran en el territorio de Hong Kong no interferirán en asuntos locales. De este modo, se ratifica lo establecido en la Declaración Conjunta de 1984, dejando en claro que los asuntos de orden interno son responsabilidad pura del gobierno local. Sin embargo, en este documento se normativiza una excepción que será clave para intentar comprender el futuro del conflicto actual: si bien las fuerzas militares chinas no pueden interferir en asuntos de orden interno en la región, el gobierno de la RAE de Hong Kong puede requerir el apoyo y "socorro en casos de desastre" de las fuerzas del orden del GPC. En caso de que una guerra sea declarada por parte del Comité Permanente del Congreso Nacional del Pueblo o en caso de que peligre la unidad o seguridad social, debido a la agitación social dentro de la RAE y estando la situación fuera del control de las autoridades de Hong Kong, el GPC puede aplicar las leyes nacionales relevantes en la RAE. De esta manera, por más que la Ley establezca los límites de la soberanía china sobre la región, se dejan abiertas diferentes posibilidades en las que el gobierno chino puede ejercer las leyes de la autoridad central para evitar o frenar diversos conflictos sociales.

 

La política de defensa en Hong Kong

Ahora bien, al considerar las protestas surgidas previas a la pandemia, podemos observar que, si bien las fuerzas policiales locales cometieron actos violentos que infringen los derechos de los ciudadanos hongkoneses, aún no se ha verificado una intervención directa de las fuerzas militares chinas en la región. La política de defensa de Hong Kong, en su dimensión estratégica, militar e internacional, depende de las autoridades del gobierno central de la RPC. Se encuentra a cargo de una guarnición especial del Ejército Popular de Liberación de China (EPL) denominada Guarnición del Ejército Popular de Liberación de Hong Kong (EPLHK), la cual entró en funcionamiento en 1997, al efectuarse la transferencia de soberanía. La Guarnición no debería interferir en los asuntos locales de la RAE a no ser que el conflicto se vuelva amenazante para la integridad nacional. Históricamente, las tropas chinas se mostraron en Hong Kong solo una vez desde la concesión de soberanía en 1997, a causa del tifón Mangkhut ocurrido en 2018. Sin embargo, varios soldados de la Guarnición del EPLHK se hicieron notar en las calles ayudando a limpiar escombros ocasionados por las protestas recientes el año pasado. Esta situación, no autorizada y bastante inusual, generó sentimientos encontrados entre los residentes; mientras algunos veían en el accionar de las tropas cierta solidaridad simbólica con los ciudadanos, otros supusieron que la actitud de los soldados enviaba un sutil mensaje de que China siempre estaba detrás. En efecto, la guarnición EPLHK funciona como un instrumento de dominación de la autoridad central sobre los asuntos internos de la RAE. Si el conflicto interno se vuelve insostenible para las autoridades locales, se hace posible una intervención de las fuerzas del EPLHK.

 

Intereses geopolíticos en la región

Por otra parte, el acercamiento entre los hongkoneses prodemócratas y la influencia externa nos obliga a remarcar la importancia de los intereses geopolíticos sobre la región. Además de la notable presión ejercida por Estados Unidos, otros países presentan diversos intereses en el conflicto; como por ejemplo Taiwán, que ha aprovechado el conflicto en Hong Kong para expandir su propósito de lograr la independencia de China; o Japón, que se ve favorecido por la crisis interna de la RAE, ya que esta debilitaría la proyección estratégica de la RPC hacia el este. Reino Unido también se ha expresado en contra de una mayor escalada de violencia y del abuso cometido por las fuerzas locales. En definitiva, la disyuntiva sobre cuál será la próxima reacción militar de la RPC ha repercutido tanto a nivel nacional como a nivel internacional, generando preocupaciones sobre los posibles cambios en la política exterior china con respecto a la región.

Históricamente, Hong Kong representa un punto geopolítico estratégico debido a su importante condición de puerto marítimo, habiéndose convertido en uno de los puertos más importantes y activos durante el dominio británico. Actualmente, el puerto de Hong Kong es el séptimo puerto de contenedores más importantes del mundo, ubicándose por detrás de los puertos de Shanghái, Singapur, Shenzhen, Ningbo-Zhoushan, Guangzhou y Busan. El mar de China Meridional configura una zona geopolítica de suma importancia, debido a que abarca una extensión que va desde la costa china del sur hasta Singapur, conectando marítimamente a China con Taiwán, Vietnam, Camboya, Filipinas, Malasia, Indonesia, Brunéi y Tailandia. Además, es una región geoestratégica que acarrea diversos conflictos, tales como la piratería, la disputa entre China y Taiwán, la disputa sobre las islas Senkaku, y el reclamo de las islas Spratly por parte de China, Taiwán, Brunéi, Malasia, Vietnam y Filipinas. Por otro lado, la RPC ha impulsado el proyecto de integración de la Gran Bahía del Delta del río de la Perla, a través del cual se permitirá la conexión ente Hong Kong y Macao con otras ciudades de la provincia de Guandong, como Cantón, y Shenzhen. El papel de Hong Kong será el de ser el centro financiero de esta área que concentra un alto PBI. La RPC inició esta integración a través de la construcción del puente Hong Kong-Zhuhai-Macao, de 55 kilómetros, que se convirtió en el puente más largo del mundo sobre el mar. El posible accionar del ELP en Hong Kong podría perjudicar gravemente el estatus de centro financiero internacional que posee la RAE, destruyendo la confianza de inversores extranjeros, colapsando los valores del mercado y provocando la fuga de capitales. Esto generaría grandes riesgos para la economía de la RPC debido a que una falta de confianza internacional implicaría serios problemas para lograr que los inversores efectúen negocios con las autoridades chinas y con las corporaciones estatales.

 

La reavivación de las protestas y el futuro de Hong Kong

La forma a través de la cual la RPC intente resolver el dilema que acarrea el conflicto en Hong Kong tendrá profundas consecuencias para la nación y para su rol como actor internacional. Abordando las diferentes posibilidades de acción, no es conveniente descartar completamente la idea de que exista una futura injerencia de las tropas chinas. Además, el gobierno chino tiene la potestad de aplicar leyes nacionales en caso de que la seguridad social o la unidad de la nación se encuentren en peligro. Por lo tanto, si la situación se agrava en el futuro y si el conflicto social se vuelve incontrolable para las autoridades de Hong Kong, la RPC podría desplegar sus fuerzas en la región de un modo similar al sucedido durante el 4 de junio de 1989 en la Plaza Tiananmén. Esta vía dura evitaría los riesgos de cumplir con las exigencias de los manifestantes y reafirmaría el poder de la autoridad central. No obstante, si se opta por una respuesta militarizada se podría generar una resistencia aún mayor en la sociedad: la única forma de evitar esto sería desplegar una fuerza tan amplia que logre resultados como los sucedidos en 1989, lo cual sería extremadamente arriesgado para la estabilidad de la región y sumamente perjudicial para la reputación de la RPC con respecto a la comunidad internacional. Por el contrario, en un segundo lugar, es posible que en el caso de que las protestas se reaviven, las autoridades chinas concedan parcialmente determinadas cuestiones exigidas por los manifestantes para evitar, así, un estallido social aún mayor y una escalada en el conflicto. Debido a que cada intento por parte de la RPC de imponer y controlar los reclamos de los hongkoneses provoca una nueva forma de resistencia de parte de estos, un posible escenario es aquel en el cual la RPC acepte dialogar con los sectores más pacifistas de la región. Aun así, debemos recordar que los activistas exigen cinco demandas particulares y la única que las autoridades han cumplido fue aquella que suponía la cancelación definitiva del proyecto de ley de extradición. No es previsible que las autoridades locales decidan retirar cargos u otorgar amnistías a los manifestantes, ya que esto demostraría que han sido detenidos sin respetar las normas del derecho internacional. Tampoco parece factible que la RPC ceda con respecto a la demanda que más revuelo causó: aquella que exige el sufragio universal, y que, de ser aprobada, implicaría una transformación rotunda en el sistema político y electoral de Hong Kong.

Frente a esta improbabilidad de que la RPC ceda ante transformaciones que reducirían su control sobre la región, una opción que podría tomar Pekín sería aquella de incentivar el acercamiento entre el gobierno local, los hongkoneses que han mostrado su malestar de manera pacífica y aquellos residentes que ven con temor el impacto económico que el conflicto ha causado. Otorgando lugar al diálogo parcial se generaría una ruptura entre los sectores pro-demócratas más radicales y aquella parte de la población que busca priorizar la estabilidad de Hong Kong en materia económica y social, para impedir una crisis política que podría desatar consecuencias más peligrosas. A esto hay que añadirle el aumento de la inmigración continental al territorio hongkonés en los últimos años, que podría producir un mayor acercamiento entre la población local y la identidad china. Por último, se presenta la probabilidad de que la RPC comience a implementar medidas económicas que eventualmente logren desgastar la frenética voluntad que tienen los manifestantes de incentivar una profunda transformación en la RAE.

Hong Kong cumple el rol de ser un fundamental centro económico en la región desde 1997, pero China continental no se ha quedado atrás y ha impulsado un desarrollo económico continental sin precedentes. Otras zonas económicas como Binhai, Shenzen y Shanghái representan focos de crecimiento importantes para la economía china. Es por esto que, si bien Hong Kong tiene alto un estatus internacional que genera una amplia confianza en los inversores extranjeros, Pekín posee otros polos sobre los cuales sostenerse y, de este modo, si las protestas no merman, la RPC podría priorizar el comercio y la economía basada en la zona continental. Así se generaría una presión mayor en Hong Kong, que lograría reducir su margen de maniobra, obligando a que la RAE respete las exigencias básicas que tiene la autoridad central.

Referencias

Carroll, J. M. (2007). A Concise History of Hong Kong. Hong Kong, China. Hong Kong University Press. Rowman & Littlefield Publishers, Inc.

China Daily (19 de febrero de 2004). Deng Xiaoping on "one country, two systems" (full text). Recuperado de: enlace

El orden mundial (21 julio 2019). ¿Cuál es el estatus de Hong Kong dentro de China? Recuperado de: enlace

HKFP (26 de diciembre de 2019). Explainer: Hong Kong's Five Demands – universal suffrage. Recuperado de: enlace

Legislative Council Secretariat (2011). Information Note. The Hong Kong Garrison of the Chinese People's Liberation Army. Recuperado de: enlace

The Basic Law of the Hong Kong Special Administrative Region of the People's Republic of China (1990). Recuperado de: enlace

The Joint Declaration (1984). Recuperado de: enlace

The New York Times (15 de junio de 2019). The Murder Case That Lit the Fuse in Hong Kong. Recuperado de: enlace

Tsang, S. (2004). A Modern History of Hong Kong. London, United Kingdom. I.B.Tauris.

World Shipping Council (2018). Top 50 world conatiner ports. Recuperado de: enlace