Autor: Angie Hanawa, Visiting Fellow, Yale University, 10 de junio de 2013

El 23 de mayo de 2013, oficiales norcoreanos viajaron a Beijing con el propósito de reunirse con líderes del gobierno Chino al enterarse de la próxima visita de Obama al presidente Xi Jingpin que se dará a cabo este 7 de junio. Aunque la visita se dio de manera un tanto sorpresiva después que las tensiones entre las dos naciones hayan incrementado y no hubiese gran contacto político hace ya seis meses, la reunión fue, de acuerdo a los medios, extremadamente prometedora. Choe Ryong-hae, vicepresidente del máximo órgano militar del país norcoreano, se reunió con Li Yunshan, primer secretario de la secretaría central del Partido Comunista de China en un intento por mejorar las relaciones entre los dos países y el diplomático norcoreano parece haber expresado el deseo de restablecer el diálogo de los ‘six party talks', negociaciones que fueron disueltas en el 2009. Estas noticias fueron recibidas con esperanza alrededor del mundo, en especial en los Estados Unidos, ya que el gobierno americano se ha dedicado a presionar al gobierno Chino para interceder en el conflicto y convencer a su nación vecina para que reanude el diálogo sobre su situación nuclear.

A principios del año pasado, el heredero del líder norcoreano Kim Jong-Il, Kim Jong-Un, asumió el mando del país cuatro meses después de la muerte de su padre. Poco se sabe sobre el nuevo líder o el alcance de su control sobre la nación. Sin embargo, agencias de inteligencia alrededor del mundo concuerdan en que Kim Jong-Un seguirá los pasos de su padre y continuará apoyando el desarrollo de tecnología nuclear con fines de guerra. Desde su retirada del Tratado de No Proliferación Nuclear, Corea del Norte ha llevado a cabo tres ejercicios nucleares, creando tensión en las relaciones entre Asia del este y los Estados Unidos. A pesar que la comunidad internacional ha condenado estos ejercicios y que los Estados Unidos, junto con el consejo de seguridad de la ONU, ha fortalecido las sanciones económicas hacia la nación asiática, Kim Jong-Un dijo recientemente que sólo detendrá el programa nuclear si las demás naciones, en especial los Estados Unidos, se deshacen de sus propias reservas nucleares, y hasta entonces exige que Corea del Norte sea considerada un estado nuclear.

La presidenta de Surcoreana Park Geun-hye, quien asumió el mando del país en febrero de este año, anunció una política mucho más severa hacia su nación vecina, diciendo que Corea del Sur responderá cualquier ataque militar con el apoyo de los Estados Unidos. Con nuevos conflictos marítimos en la región del Pacífico Asiático y un nuevo gobierno en Seúl, Kim Jong-Un se ha convertido en una figura central en la política de la región. La CIA en los Estados Unidos dice que por el momento, Corea del Norte no posee la tecnología para fabricar un misil nuclear que llegue a territorio americano, pero las tropas y bases militares en Corea del Sur y Japón están bajo riesgo de ataque. En las últimas semanas, Corea del Norte ha lanzado varios torpedos de baja intensidad cerca del borde con Corea del Sur, y el gobierno en el sur está alerta a los siguientes pasos del nuevo líder.

Aunque muchos expertos en Seúl y los Estados Unidos concuerdan que la mayoría de las amenazas de Kim Jong-Un no son serias, China, el socio comercial más importante para Corea del norte y conocido como su ‘mentor del norte,' está presionando al gobierno norcoreano a resumir los six party talks con los Estados Unidos, Rusia, Japón, Corea del Sur y China para llegar a un acuerdo democrático y prevenir una posible guerra. Hasta hace pocos meses, Kim Jong-Un se había rehusado, una decisión que afectó la relación entre estas dos naciones.

Corea del Norte parecía estar en camino hacia al menos una desnuclearización parcial cuando demolió la torre de refrigeración de su reactor en Yongbyon en el 2008 como parte de su compromiso a los six party talks. Sin embargo, en el 2009, con el pretexto que los Estados Unidos había establecido políticas en Asia que amenazaban a la nación del Norte, el gobierno norcoreano anunció que se iba a retirar de las negociaciones. Poco después Pyongyang retomó su producción de plutonio y condujo su segundo ejercicio nuclear. A pesar de la condena de las Naciones Unidas y la comunidad internacional, Corea del Norte continuó incrementando su arsenal nuclear y en diciembre del 2012 lanzó un cohete en órbita con la excusa de que era con fines científicos. Expertos, sin embargo, concordaron que fue un intento de desarrollar el tipo de tecnología necesaria para lanzar una ojiva nuclear montada sobre un misil de largo alcance. En febrero se condujo el tercer ejercicio nuclear. Este desafió a la voluntad internacional enfureció al gobierno Chino, el cual, por primera vez, se pronunció a favor de imponer sanciones económicas en el Consejo de Seguridad de la ONU, cuando anteriormente su posición ha sido mucho más disuasiva.

Aparte de las estrictas sanciones económicas, el Banco de China, uno de los únicos vínculos económicos entre Pyongyang y el mundo exterior, anunció que cerraría el Banco de Comercio Exterior de Corea del Norte. Después de haber cerrado el complejo industrial Kaesong en bórdela frontera con Corea del Sur, su borde con China es el único que le queda abierto al gobierno norcoreano para el comercio. La ayuda china siendo su única fuente de ingresos, China es el mayor proveedor de ayuda alimentaria y económica a Corea del Sur, cuya población sufre de malnutrición crónica y donde la mayoría de habitantes vive en extrema pobreza.

Este endurecimiento en su trato hacia su vecino del norte de parte de China se debe al cambio de prioridades del gobierno en Beijing, el cual ha sido varias veces criticado por su continuo apoyo a Corea del Norte. Hasta el año pasado, China se veía reacia a presionar a Pyongyang de manera insistente para que reduzca sus reservas nucleares, en parte por temor a que si el gobierno colapsa, habría un flujo incontrolable de refugiados norcoreanos al territorio chino. En este respecto, las relaciones sinoamericanas se encuentran en una encrucijada. Aunque en muchos aspectos políticos China y los Estados Unidos no se miran cara a cara, las dos naciones se verían beneficiadas si consiguen cooperar frente a este conflicto. Desde hace ya varios años el gobierno americano ha tratado de presionar a China para que interceda ante Corea del Norte y, usando su influencia, coaccione al gobierno norcoreano para que regrese a las negociaciones sobre su arsenal nuclear. El gobierno chino, por su lado, al fin ve una posible ganancia de esta colaboración. A cambio de la cooperación de China, el gobierno norteamericano podría, a su vez, presionar al gobierno japonés para que disminuya sus tensiones con Bejing, en especial en el caso de las islas del Pacífico ahora en conflicto.

En la prensa, el gobierno norcoreano ha elogiado al gobierno chino por sus esfuerzos en mantener la paz y estabilidad en la península coreana y su deseo que Corea del Norte reanude el diálogo con la comunidad internacional. Por el momento, no se sabe si Corea del Norte se vería dispuesta a comprometerse a algo más que un diálogo bilateral. Sin embargo, el secretario Yunshan anunció que el Norte estaba dispuesto a aceptar su sugerencia de reanudar los six party talks en un futuro cercano. Pero por más que esto signifique un gran avance en estabilizar la región asiática, es poco probable que Corea del Norte reingrese a los six party talks con la misma disposición como lo hizo hace ya diez años, cuando se dio la primera ronda de negociaciones.

Durante su periodo de operación, los six party talks consistían en tres grupos de trabajo: el grupo de trabajo en la cooperación energética pacífica, la cual es opuesta por la mayoría de los estados parte debido a la previa defección de Corea del Norte y la desconfianza que esta generó; el grupo de trabajo en la desnuclearización de la Península coreana, de poco interés para Pyongyang, el cual ahora considera el poder nuclear uno de los hélices alrededor del cual gira su doctrina nacional; y por último el grupo de trabajo en la paz y seguridad en el noreste asiático. Los términos originales de las negociaciones estaban basados en el principio de que, a cambio de ayuda internacional para auxiliar el estancado desarrollo económico y social de la nación norcoreana y la normalización de las relaciones entre Corea del Norte y los gobiernos de Estados Unidos y Japón, Corea del Norte se comprometía a reducir sus reservas nucleares y clausurar sus facilidades nucleares. Por más que el gobierno norcoreano accedió a las condiciones de las negociaciones, y estas fueron, en la mayor parte, respetadas, en dos ocasiones, en octubre del 2006 y abril del 2009 condujo pruebas nucleares. La primera prueba en 2006 fue fuertemente criticada alrededor del mundo, mas no suspendió las negociaciones y el diálogo se reanudó poco meses después. La segunda prueba, sin embargo, produjo graves consecuencias a nivel diplomático. Los Estados Unidos condenó las acciones de Corea del Norte después que ésta realizó un fallido lanzamiento de prueba de un cohete nuclear. Como resultado de la condena americana, el Consejo de Seguridad reiteró la condena e impuso sanciones económicas, las cuales fueron intensificadas unilateralmente por Corea del Sur. Como respuesta a la condena internacional, el gobierno norcoreano anunció que nunca reanudaría los six party talks, por lo que éstas se han visto interrumpidas desde entonces. Dada estas circunstancias, por más que el gobierno norcoreano haya expresado disposición a reanudar las negociaciones, por el momento no accederá a un diálogo basado en la precondición de desnuclearización completa.

Corea del Norte no es la única nación que se ve reacia a reanudar los six party talks bajo los mismos términos que hace cuatro años. A pesar que los Estados Unidos ha dedicado varios años a tratar de reanudar el diálogo con Corea del Norte, su prioridad número uno es que ésta se deshaga de su arsenal nuclear, y el gobierno norteamericano parece no estar dispuesto a hacer concesiones. Washington está convencido de que, mientras el Norte posea un programa nuclear activo, relaciones normalizadas entre los Estados Unidos y Corea del Norte son imposibles. Por su lado, Corea del Norte desistió de su demanda que sólo desarmaría si los Estados Unidos hace lo mismo, y ahora no está dispuesta a hacerlo bajo ninguna condición bajo el nuevo liderazgo de Kim Jong-Un. Por otro lado, Japón tampoco se ve dispuesto a reanudar el diálogo multilateral por el momento. En las últimas semanas, el Primer Ministro Shinzo Abe ha mandado a varios de sus asesores a Pyongyang para tratar el tema de los secuestros de ciudadanos japoneses ocurridos a principios de los años ochenta. En el 2002, el entonces líder norcoreano Kim Jong-Il admitió que agentes norcoreanos habían secuestrado trece ciudadanos japoneses. Poco después del anuncio, cinco fueron repatriados y los ocho restantes declarados fallecidos. Sin embargo, el gobierno japonés sostiene que la información proporcionada por el gobierno norcoreano no es suficiente para que desistan de la búsqueda de más víctimas. Dadas las intenciones del gobierno japonés de reiniciar las negociaciones con respecto a este asunto, es posible que no quiera unirse a los six party talks y por el momento, desea mantener el diálogo bilateral con Corea del Norte. Por otro lado, Corea del Sur y Rusia están a favor de su reanudación. A pesar que la voluntad de los países parte está presente, el acuerdo de Corea del Norte de reanudar los six party talks no es en sí un paso suficiente para que estas negociaciones, suspendidas desde el año 2009, se reinicien efectivamente. El principal obstáculo actualmente es el desacuerdo entre las dos principales potencias en el conflicto, Corea del Norte y los Estados Unidos, sobre las condiciones que regirán el futuro nuclear de Corea del Norte. Indispuestos a ceder su posición, las dos partes entrarían a la mesa de negociaciones bajo condiciones completamente opuestas. Por el momento, la única manera de llegar a un acuerdo parece ser que el tema mismo de desnuclearización sea discutido una vez que se reanuden los six party talks, porque de lo contrario las discusiones sólo llegarán a un impasse.