10 de junio de 2014

Seminario organizado conjuntamente por el Comité de Estudios Ambientales Internacionales y el Comité de Asuntos Agrarios

Por Justine Gonda

El 10 de junio de 2014 se llevó a cabo en el CARI un seminario sobre la agro-biotecnología y sus desafíos, que contó con la participación de tres expositores: el Ingeniero Agrónomo Marcelo Regúnaga, Ex Secretario de Agricultura de la Nación; la Doctora Gabriela Levitus, Directora Ejecutiva del Consejo Argentino para la Información y el Desarrollo de la Biotecnología (Argenbio) y el Ingeniero Agrónomo Raimundo Lavignolle, Presidente del Instituto Nacional de Semillas (INASE).

Marcelo Regúnaga abrió el seminario evocando la biotecnología y la seguridad alimentaria. Reveló que el concepto de seguridad alimentaria surgió durante los años '70 y lo definió como "la necesidad de tener una adecuada disponibilidad de oferta de alimentos en todo momento". Agregó que el concepto evolucionó durante los decenios siguientes, incluyendo las nociones de demanda y de acceso a los alimentos incorporando -hoy- un equilibrio entre oferta y demanda de alimentos, que permite la estabilidad en los precios de los mismos.

Sin embargo, aclaró que todavía no se ha logrado asegurar este equilibrio de manera sustentable. La situación pasó de una sobreoferta estructural de alimentos a nivel global en el siglo veinte, a la actual incertidumbre sobre la posibilidad de producir la cantidad necesaria de alimentos de manera sustentable, lo cual contribuyó a impulsar este problema en la agenda política. Este cambio se explica principalmente por la transformación de las dietas de países emergentes en los cuales la creciente clase media urbanizada exige una sustitución de los productos agrícolas por alimentos de origen animal. Esto implica una presión cada vez mayor sobre la demanda de tierras y plantea el problema de la eficiencia del uso del agua. A su vez, el disertante advirtió que el desarrollo de la bioenergía y de los biocombustibles agrava el problema, siendo altamente demandante de los mismos recursos.

Hoy, estamos con una incertidumbre de que vamos a poder producir todos los alimentos que el mundo necesita de una manera sustentable

Ing. Agr. Marcelo Regúnaga

A continuación, Regúnaga expuso los desafíos para alcanzar la seguridad alimentaria. Primero, mencionó las restricciones significativas que limitan el aumento sustentable de la producción de estos alimentos altamente consumidores de recursos naturales (principalmente de agua y tierra). Luego, se refirió al insuficiente aumento de la productividad y las innovaciones tecnológicas. Otra restricción contemplada fue que, en las últimas décadas, ni en los organismos internacionales ni en las políticas nacionales se han priorizado ciertas prácticas en la agricultura como para fomentar las inversiones necesarias en infraestructura y luchar contra el desperdicio (que alcanza un tercio de la producción, según el orador).

Una solución sugerida por el experto para aumentar la oferta de alimentos podría consistir en expandir la superficie de tierra cultivada; sin embargo, reveló que la única región a nivel mundial que puede aumentar su producción cultivando más tierras es América Latina.

Asimismo, evocó un escenario similar para el caso del agua: el continente latinoamericano es el único que dispone de un potencial subutilizado, contrariamente al resto del mundo, con recursos escasos de agua. El Ingeniero insistió en que, frente a esta situación de inseguridad alimentaria, se prevé una caída del ritmo de crecimiento de la producción de alimentos; es por debajo del 2%, según las proyecciones de crecimiento de la oferta mundial de la FAO para la década 2012-2021.

En los últimos tiempos, esta situación preocupante ha motivado a los organismos internacionales a insistir en la importancia de la innovación y la inversión en la producción de alimentos y en el conocimiento de los recursos naturales. Según Regúnaga, el acento debe ser puesto en el aumento de la productividad.

No obstante, sugiere que el problema es mucho más complejo: frente a la utilización excesiva de los recursos y de agroquímicos en la agricultura intensiva se agrega la incapacidad de las innovaciones para atender las repercusiones del cambio climático. Considera, también, que el uso eficiente de los recursos y la resiliencia deberían constituir una prioridad de las innovaciones tecnológicas. Así, según el orador, el uso de la biotecnología (aumentando la productividad y reduciendo la cantidad de agroquímicos) forma parte de una solución clave en el futuro para el problema de la seguridad alimentaria.

Posteriormente, explicó que la cantidad de regulaciones -sin fundamentos científicos que provienen de prejuicios y de intereses particulares- en el campo de los OGM desincentiva al sector privado para invertir de manera masiva en la agro-biotecnología. Según el orador, a este panorama se agregan los bretes que presentan las barreras para-arancelarias y comerciales y la aparición de normas privadas, que amenazan el equilibrio general.

El orador concluyó con su presentación mencionando el Grupo de Países Productores del Sur (GPS), nacido en el seno del CARI. Este conjunto de especialistas y empresarios de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay buscan contribuir a la construcción de un polo sudamericano capaz de responder a las nuevas demandas alimenticias en forma sostenible, un objetivo en el cual se inscribe la agro-biotecnología.

La agricultura mundial que desde nuestra perspectiva es sustentable se hace en el 8% del planeta

Dra. Gabriela Levitus

La segunda expositora, la Doctora Gabriela Levitus, se enfocó en el debate sobre los transgénicos en Argentina y el mundo. Empezó refiriéndose al contexto de la agro-biotecnología y manifestó que los transgénicos incluyen componentes de dos metodologías: la ingeniería genética y el mejoramiento vegetal. La primera, es una ciencia, utilizada desde los años '80, para modificar los genes celulares. El mejoramiento es un método más antiguo, donde el hombre cruza y selecciona las variedades de especies para perfeccionar sus características. Con esta técnica, la ingeniería genética identifica los genes en organismos que no se pueden cruzar para luego transferirlos a otros, y que así se conviertan en organismos transgénicos o genéticamente modificados (OGM), obteniendo un mejor cultivo.

A continuación, la bióloga se centró en los países que cultivan transgénicos, indicando que en el continente americano se destaca la presencia de los OGM en casi todos los países (ver mapa).

También observó una superposición entre los países que utilizan la biotecnología y los que exportan alimentos y explicó que Argentina se posiciona en el tercer lugar en el rango de los países que utilizan esta tecnología (casi todo su maíz, su soja y su algodón son producidos de esta manera).

Luego se refirió al crecimiento sostenido del uso de la biotecnología en la Argentina comparando los inicios en 1996 hasta alcanzar casi 25 millones de hectáreas con transgénicos en 2013. Asimismo, destacó que la Argentina junto con los Estados Unidos fueron los países precursores en el desarrollo de estas prácticas y su rápida difusión en el sector de la producción de alimentos. Según la Doctora, este entusiasmo se explica por las ventajas inmediatamente perceptibles para los productores: la caída de los costos de producción, los mayores rendimientos y la calidad de los cultivos. A nivel más general, subrayó que los dos beneficios principales son la disminución del uso de insecticidas y la sinergia con la siembra directa.

Paradójicamente, a pesar de todas las ventajas destacadas, la disertante manifestó que surgieron ciertos temores en los consumidores y pasaron a ser comunes las críticas a los OGM por ser "un experimento de las multinacionales", "mutantes que provocan cáncer" o "productos artificiales que generan dependencia", entre otras. Para responder a algunas de estas críticas, la Dra. Levitus reveló que existen estrictas regulaciones para todas las actividades y niveles de producción de los transgénicos, las cuales buscan proteger la salud y el ambiente de desarrollo de cultivos comerciales destinados al consumo humano o animal. En este sentido, añadió que estas normas de seguridad permiten evitar la diseminación de los OGM en la naturaleza, que puede provocar daños irreversibles a la biodiversidad mezclándose con la vegetación natural.

Además, recordó que en la Argentina el sistema regulatorio se basa en criterios científicos y en una actualización permanente de las variedades de genes aprobadas para el cultivo, siendo hoy en día 31 y, por último, señaló que hay una etapa suplementaria para incluso asegurar que la aprobación no afecte a las exportaciones.

Seguidamente, planteó que los ritmos regulatorios varían según los países y concluyó que las aprobaciones también dependen de la voluntad política. En este sentido, alertó sobre las asincronías en dichos ritmos regulatorios plantean una dificultad para las relaciones comerciales de la Argentina, ya que nuestro país depende de la aprobación previa en los destinos de exportación. También aludió al hecho de que los transgénicos aparecen en varios tratados comerciales y acuerdos internacionales, principalmente por la introducción de medidas para-arancelarias acerca de la detección (que permite determinar si un producto contiene OGM) y del etiquetado (para permitir a los consumidores ejercer su libertad de elección, siendo conscientes que el producto que compran contiene OGM).

Luego, Levitus analizó otro argumento engañoso sobre la tecnología importada. Explicó que los países detractores de los productos transgénicos a menudo argumentan que la producción de transgénicos puede amenazar su soberanía alimentaria porque dependen de la compra de siembra a un reducido grupo de compañías (cuyas patentes son mayormente de origen estadounidense). Paradójicamente, estos países que rechazan la tecnología terminan importando OGM para satisfacer su demanda de alimentos. En este sentido, agregó que la propiedad intelectual en la innovación en semillas (a cargo de universidades, empresas locales y multinacionales) está poco regulada y se presentan zonas grises.

Finalmente, Gabriela Levitus sostuvo que, en el contexto de los alimentos, el tema de los transgénicos está atravesado por las percepciones de los consumidores sobre el peligro potencial de lo que se come y en torno a un dilema entre lo natural y lo artificial. Teniendo en cuenta los temores de los consumidores, concluyó su disertación insistiendo en la importancia de reforzar la comunicación para difundir los beneficios de los transgénicos.

El tercer orador fue el Ingeniero Agrónomo Raimundo Lavignolle, quien ofreció su visión sobre los desafíos de la producción y la comercialización de semillas en el caso de la biotecnología. Comenzó explicando que el Instituto Nacional de Semillas (INASE) forma parte del sistema de desregulación que autoriza la comercialización de semillas. Indicó que, dentro del instituto, el departamento de Coordinación de Proyectos Especiales de Biotecnología de la Dirección Nacional de Semillas desarrolla un sistema creíble para facilitar el comercio y evitar la aparición de eventos que afecten las relaciones comerciales del país. Su acción de control e inspección se concentra en evitar escapes de OGM fuera del ámbito de regulación, lo que se concreta mediante resoluciones de la Secretaría, del Ministerio de Agricultura y del INASE

Entre las funciones del INASE, destacó la recepción de las solicitudes para realizar ensayos comparativos de rendimiento durante varios años, y luego obtener la regulación de los ensayos o de un OGM. El instituto también se encarga de la capacitación de los técnicos que hacen la inspección, lo que –según el disertante- contribuye al fortalecimiento de un sistema internacionalmente reconocido. A su vez, aclaró que, si cumplen con los reglamentos y la normativa internacional, algunos tipos de semillas producidas son destinados a la exportación y no comercializados a nivel nacional. Entonces, el Instituto maneja, además, los formularios de importación y exportación.

Hoy, los transgénicos están en discusión cuando nos sentamos en las negociaciones bilaterales y multilaterales

Ing. Agr. Raimundo Lavignolle

En materia de regulación, Lavignolle advirtió que la ley de semillas se remonta a 1973 y no contiene algún artículo específico sobre los Organismos Vegetales Genéticamente Modificados (OVGM), por lo que la regulación en la materia sólo se construye mediante resoluciones. Así, planteó que la existencia de una ley le otorgaría al INASE bases más fuertes y sólidas a nivel jurídico.

Continuó explicando que, luego del proceso de desregulación, la variedad transgénica (al igual que cualquier otra variedad) debe ser registrada en el marco del INASE, que tiene dos registros: el Registro Nacional de Cultivares y el Registro Nacional de la Propiedad de Cultivares. El primero, autoriza la comercialización para el maíz, la soja y el algodón -los tres cultivos con variedades transgénicas en Argentina- después de haber verificado que las variedades no contienen eventos no desregulados. Por su parte, el Registro Nacional de la Propiedad de Cultivares protege las variedades de OGM. Finalmente, señaló que, cuando la variedad de semilla llega al mercado, el producto ya cuenta con un título de propiedad intelectual y un invento patentado dentro de esta variedad vegetal.

Lavignolle planteó la interacción entre un título de propiedad intelectual y un invento patentado aclarando que, en ausencia de regulación, ambas conviven en un mismo ente dentro de la variedad vegetal. Además, indicó que esta falta de unificación no constituye un problema, siendo el caso de muchos productos; no obstante, destacó la diferencia -en términos de propiedad intelectual- ya que la semilla es un órgano vivo con capacidad para reproducirse. Según el ingeniero, esta característica genera situaciones particulares respecto de la propiedad intelectual. En la Argentina, desde 1996, la evolución de la inscripción de cultivares evidencia un aumento fuerte en el tiempo siendo transgénicas la gran mayoría de las variedades aprobadas para el maíz y la soja.

Hacia el final, se concentró en las últimas normativas aprobadas. Manifestó que a fines de 2013, una resolución del INASE prohibió la comercialización de semillas que contuvieran eventos no autorizados. En mayo de 2014 fue aprobada una resolución que autoriza la comercialización de refugio en bolsa (una técnica recomendada que forma parte de las buenas prácticas agrícolas, aunque los agricultores no la utilizan mucho), que consiste en sembrar una parte con una variedad de OGM resistente a los insectos y otra proporción con una variedad de semillas que no tenga esta propiedad a fin de diluir la población de los resistentes.

Por último, el orador subrayó la importancia del monitoreo, un tema discutido por la Comisión Nacional de Semillas, que hace recomendaciones precisamente para que los agricultores tomen conciencia de que la naturaleza no es indestructible

Lavignolle concluyó destacando las perspectivas del INASE con respecto a tres ejes. Primero, se refirió a la capacitación del personal; para el Instituto es una cuestión central disponer de expertos y técnicos calificados que contribuyan a asegurar un sistema fiable y de calidad para regular los eventos de los OGM. En segundo lugar, mencionó la necesidad de actualización de la normativa; las normas actuales son insuficientes porque provienen de resoluciones y deben ser completadas por una estructura legal fuerte y clara que permita definir las competencias precisas del Instituto y regular el ámbito de los OGM. Finalmente, abordó la cuestión de la propiedad intelectual que se destaca por su papel singular en el tema de las semillas por su capacidad para reproducirse naturalmente e invitó al público a estudiar esta coexistencia, adaptándola al uso y las prácticas, para favorecer el desarrollo de la tecnología.

Ing. Agr. Marcelo RegúnagaEx Secretario de Agricultura de la Nación. Coordinador de la Unidad de Agronegocios e Industria Alimenticia del Centro de Educación Empresaria de la Universidad de San Andrés

Dra. Gabriela LevitusDirectora Ejecutiva del Consejo Argentino para la Información y el Desarrollo de la Biotecnología (Argenbio)

Ing. Agr. Raimundo LavignollePresidente del Instituto Nacional de Semillas (INASE)