COMITÉ ESTADOS UNIDOS

Observatorio Estados Unidos / Boletín N° 116 / Marzo 2022

Dirección: Roberto Russell

Edición: Analía Amarelle / Equipo redactor: Federico Bursky, Catalina Sandberg y Carla Gebetsberger

 

INDICE

 

POLÍTICA DOMÉSTICA DE ESTADOS UNIDOS

Escenario doméstico frente a la crisis en Ucrania: ¿tregua entre Demócratas y Republicanos?

 

POLÍTICA Y RELACIONES EXTERIORES DE ESTADOS UNIDOS

La guerra en Ucrania y los límites de la doctrina Biden

 

ESTADOS UNIDOS Y AMÉRICA LATINA

La invasión de Rusia a Ucrania y sus efectos sobre el vínculo de Estados Unidos con América Latina

 

 

POLÍTICA DOMÉSTICA DE ESTADOS UNIDOS

 

 

Escenario doméstico frente a la crisis en Ucrania: ¿tregua entre Demócratas y Republicanos?

Fuente: Washington Post/Pool

"Los estadounidenses generalmente se oponen a Rusia y apoyan la libertad, sin importar el partido al que pertenezcan", afirma The Washington Post. "La guerra en Ucrania ha establecido un alto al fuego entre los partidos de Estados Unidos", sostiene The Atlantic. Quizás la característica más sobresaliente de la situación en Ucrania a nivel doméstico pareciera ser el aparente alineamiento detrás de Biden. Tanto demócratas como una importante porción de republicanos, exhiben, una vez más, la tradicional unidad doméstica estadounidense en  tiempos de crisis (New York Times). La agresión de Putin a Ucrania ha impulsado a ambos partidos políticos a presentar el frente más unido que se ha visto en toda la presidencia de Biden (The Economist). ¿Cuánto perdurará la tregua?

Demócratas y republicanos coinciden en diferentes aspectos del manejo de la crisis. Por un lado, apoyan los esfuerzos realizados por el gobierno para aplicar sanciones a Rusia y reunir a la OTAN para contrarrestar a Putin. Asimismo, coinciden en evitar el despliegue de tropas estadounidenses en Ucrania, rechazar el pedido del gobierno ucraniano para establecer una zona de exclusión aérea y prohibir la importación de petróleo ruso en Estados Unidos (The Economist). Además, ambos partidos aprobaron rápidamente en el Senado una iniciativa para gastar 1.5 millón de millones de dólares en 2022. Este paquete incluye, entre otras cosas, 13.6 mil millones de dólares en concepto de ayuda humanitaria y de seguridad para Ucrania. La sensación de urgencia de ambos partidos frente a la invasión rusa se refleja en la votación, con 68 votos a favor y 31 en contra (Bloomberg).

Algunos republicanos, inclusive, han dejado entrever algún tipo de elogio hacia el desempeño de Biden (The Economist). Mitch McConnell, líder de la minoría del Senado, afirmó que "estamos todos juntos en este punto y necesitamos seguir juntos en lo que habrá que hacer", y  que "el Presidente fue sabio al enviar tropas adicionales a lugares como Polonia o el Báltico" (The Wall Street Journal).

Una importante ocasión donde se pudo evidenciar esta unidad fue en el discurso de State of the Union, que brindó Biden el pasado 1 de marzo. Una gran mayoría de Demócratas y Republicanos vistieron con colores amarillo y azul, en solidaridad con Ucrania; y la Cámara rompió en fuertes aplausos cuando el Presidente se refirió a los eventos en el continente europeo. En esa ocasión, afirmó que "Putin pensó que podía dividirnos en nuestro hogar, en esta Cámara y en nuestra nación […] pero estaba equivocado. Estamos listos, estamos unidos" (The Guardian).

Por otro lado, miembros del Partido Republicano que se han pronunciado en contra de Putin han establecido una importante diferenciación con el líder del partido, Donald Trump. El expresidente había calificado, en un principio, la agresión de Rusia como una "genialidad", y descrito a Putin como "muy inteligente". Luego de enfrentar fuertes críticas, se refirió a la invasión como "un crimen masivo contra la humanidad" y sostuvo que "no podemos dejar que siga pasando". Si bien existe una minoría republicana alineada con Trump, frecuentemente llamada "el ala de Putin", la gran mayoría de los representantes en el Congreso expresan su consenso respecto de las medidas tomadas por la administración Biden (The Atlantic). Inclusive el exvicepresidente durante el gobierno de Trump, Mike Pence, afirmó que "no hay lugar en este partido para apologistas de Putin, con un guiño estratégico hacia la candidatura presidencial de 2024" (US News).

Según The Economist, los políticos estadounidenses están respondiendo a la opinión pública al unir fuerzas. Durante el mandato de Trump, los votantes republicanos mostraron un mayor índice de aprobación al presidente ruso. Sin embargo, luego de la crisis en Ucrania, una reciente encuesta de YouGov y The Economist demostró que un 63% de demócratas y un 60% de republicanos apoyan las sanciones a Rusia (The Economist). La aprobación de los estadounidenses al envío de ayuda a Ucrania insinúa que el público apoya el involucramiento de Estados Unidos en asuntos internacionales. Esto pone en cuestión la política exterior impulsada por Trump, consistente en reorientar el Partido Republicano desde el internacionalismo de Reagan hacia "America First" (The Washington Post).

Por su parte, el porcentaje de aprobación de Biden muestra un modesto ascenso, aunque la tendencia general de los 14 meses de presidencia es baja. Este resultado se observa más allá de la situación en Ucrania, la creciente inflación y el récord de precios de los combustibles, y está impulsado principalmente por el manejo de la crisis (The New York Times).

Una encuesta de Politico/Morning Consult que se llevó a cabo luego del discurso de Biden sobre el State of the Union refleja un 45% de aprobación, un aumento de cuatro puntos respecto de la semana anterior (Politico). Otra encuesta de Navigator, concluye que el 81% de los demócratas, el 54% de los independientes y el 36% de los republicanos opinan que Biden ha tomado las decisiones correctas. De manera similar, el 86% apoya las sanciones aplicadas a Rusia, aun cuando esto implica una suba en los precios del combustible (The Washington Post). Aunque las respuestas vinculadas a la situación en Ucrania son positivas, la mayoría de los encuestados se manifestaron en desacuerdo con el desempeño general de Biden, en un año crítico para controlar a la mayoría del Congreso por los próximos dos años (The Wall Street Journal). El índice de aprobación del presidente estaba el 14 de marzo en 42.9%, 10 puntos más bajo que al inicio de su gestión (Five Thirty Eight).

La pregunta que cabe hacerse es si durará esta unidad entre ambos partidos. Diversos analistas coinciden en que la cooperación no perdurará. Por un lado, si bien hay un apoyo a las decisiones tomadas por el gobierno respecto a la guerra en Ucrania, no se está generando un efecto de rally around the flag: la crisis no está causando un incremento radical en la popularidad del presidente. De esta manera, los republicanos seguirán bloqueando otros temas de la agenda demócrata en el Congreso (The Washington Post).

Por otro lado, recientemente se ha puesto en marcha un nuevo mensaje coordinado entre republicanos. El mismo tiene como objetivo unificar a la derecha en un año clave de elecciones de medio término, luego del debate moral vinculado con el apoyo a Putin (The New York Times). Este mensaje se pudo ver reflejado durante los primeros diez días de marzo. Senadores republicanos hicieron declaraciones criticando a la administración Biden por el manejo de  la problemática del abastecimiento del petróleo ruso y el consecuente aumento del precio del combustible. Además, han pedido medidas más agresivas contra Putin, con el objetivo de "forzar al mundo a elegir entre hacer negocios con Estados Unidos o Rusia" (The New York Times).

Asimismo, algunos han calificado a Biden como "débil", responsabilizándolo por el avance de Putin en Ucrania. "Biden es débil y Trump era fuerte", sostuvo la senadora Lindsey Graham. De esta manera, combinando las problemáticas domésticas como la inflación, con el manejo del gobierno respecto de la crisis en Europa, los Republicanos esperan poder elaborar un argumento fuerte que los beneficie en las próximas elecciones (The New York Times).

Según The Economist estas iniciativas republicanas no han interferido en el accionar internacional de Biden. Por su parte, los votantes no perciben el ruido político, en tanto sus opiniones sobre temas de política exterior no son demasiado fuertes. Esta es la razón por la cual, en perspectiva histórica, el consenso de la élite política en asuntos de esta naturaleza es tan importante. Esto es especialmente relevante cuando se trata de situaciones de guerra, siendo este un asunto de alto costo, frente al cual el público es fuertemente vulnerable a opiniones no fundamentadas. El comportamiento republicano, criticando el manejo de la crisis en Ucrania, refleja cuán erosionado está el espíritu de unidad de la elite en temas de política exterior. Además, The Economist destaca que, en comparación con los años de Guerra Fría, cuando hubo hasta 400.000 tropas desplegadas en Europa, en Ucrania no hay un gran número de vidas estadounidenses en riesgo. Finalmente, se argumenta respecto a la conducta seguida por el gobierno de Biden en respuesta a la agresión rusa  que, si bien se evidenció un grado de unidad, ella no es deslumbrante ni comparable con episodios históricos pasados. Mientras tanto, Rusia y China observan el comportamiento de Estados Unidos y reflexionan acerca de su capacidad para generar unidad doméstica en tiempos de grandes esfuerzos nacionales (The Economist).

 

 

POLÍTICA Y RELACIONES EXTERIORES DE ESTADOS UNIDOS

 

 

La guerra en Ucrania y los límites de la doctrina Biden

La guerra en Ucrania y los límites de la doctrina Biden. Fuente: EFE

Desde su campaña, el presidente Joe Biden ha pregonado el enfrentamiento entre democracias y autocracias como eje rector de la política exterior de su Administración (ver ediciones 111 y 113 de este Boletín). No obstante, una vez más los acontecimientos influyen sobre la voluntad de los líderes y los lineamientos normativos que favorecen. La invasión rusa de Ucrania irrumpió en la agenda internacional, acaparó la atención global y habrá de tener implicancias de largo plazo, aún inciertas, sobre la política exterior y de defensa de Estados Unidos y sus relaciones con aliados, rivales y terceros países.

Tras un primer intento del gobierno de Biden de bajar tensiones con Moscú, los vínculos entre Estados Unidos y Rusia se fueron erosionando paulatinamente (ver edición 108 de este Boletín). Es claro que la invasión de Rusia a Ucrania constituye un quiebre en la relación bilateral de consecuencias imprevisibles y, con ello, se han revivido una serie de cuestiones.

La primera de ellas refiere a cuánto se fortalecerá la alianza occidental, en particular la OTAN, tras las distintas medidas que han tomado sus países miembros en reacción a la invasión. La guerra ha dado nuevas fuerzas a la razón de ser de la OTAN. Jean-Baptiste Jeangène Vilmer (War on the Rocks) destaca que su cohesión y capacidad de reacción se ha activado como nunca antes e incrementado el atractivo de su membresía al ahora ser Rusia percibida como una verdadera e inminente amenaza.

Lo segundo es el despertar geopolítico de la Unión Europea, también un cambio sin precedentes. El alcance, la profundidad y la tenacidad con la que Europa encaró las sanciones a Rusia da cuenta del cambio de mentalidad al interior del bloque. La adopción de un mayor papel en materia de defensa y de seguridad ha sido una demanda constante de Estados Unidos, por lo que con su ocurrencia pareciera fortalecerse la unidad transatlántica que ha atravesado numerosos momentos de dudas y tensión (ver edición 110 de este Boletín).

Alexander Vindman y Dominic Cruz Bustillos (Foreign Affairs) recorren los posibles cursos de acción para Estados Unidos, al tiempo que subrayan la coordinación con sus aliados europeos para que estos pasos consoliden la alianza. Un caso ejemplar serían las sanciones económicas y decisiones recientes, como sacar a Rusia del SWIFT, que parecieran dar cuenta de una creciente sintonía entre Washington y los países europeos. Por su parte, Ivo H. Daalder (Foreign Affairs) explora las estrategias que podrían acercar a Occidente en su común objetivo de detener el expansionismo ruso y devolver parte de la tranquilidad que el avance de Moscú quitó a varios países europeos, especialmente a aquellos que no pertenecen a la OTAN, como Finlandia, o que comparten frontera con Ucrania, tales los casos de Eslovaquia o Polonia.

Dicha estrategia, que denomina una "nueva contención", debiera basarse en tres pilares: mantener la fuerza militar estadounidense, separar lo más posible a las economías occidentales de Rusia y aislar a Moscú. En este diseño es evidente la centralidad que se asigna al liderazgo estadounidense, como si de la Guerra Fría se tratara. Si bien la recuperación de dicha posición es uno de los objetivos de política exterior de Biden, existen entre los analistas numerosas dudas sobre esta posibilidad.

Anshu Siripurapu (CFR) analiza las múltiples sanciones que la Casa Blanca ha aplicado hasta el momento a Rusia como país, a Vladimir Putin como persona y a quienes forman el "círculo rojo" que respalda al mandatario ruso. No obstante, Vindman y Cruz Bustillos (Foreign Affairs) remarcan que la asistencia a Ucrania aún puede incrementarse y apelan, como modelo, a la Lend-LeaseAct impulsada por Roosevelt en 1941.

En la Segunda Guerra Mundial, dicha ley permitió asistir a la URSS con equipamiento bélico en su combate contra el Eje. En el presente, una ley de ese tipo habilitaría la creación de una reserva de armamento de disponibilidad casi inmediata para Ucrania en caso de necesitarla. En la mirada de los autores, ello le permitiría a Biden disuadir a Rusia y así mitigar el riesgo de futuras escaladas. Un respaldo de esa envergadura también contribuiría a devolver a Estados Unidos a una posición de liderazgo internacional al tomar la posta en la materia. No obstante, hay otros elementos que podrían matizar dicha expectativa.

Matthew Karnitschnig (Politico) recorre los cambios sin precedentes seguidos por los países europeos, como el fin de la neutralidad de Suiza y Suecia o la suspensión del gasoducto Nordstream 2 por parte de Alemania, y cómo ello da cuenta de la inusitada unidad que ha generado Putin en el continente. Karnitschnig también argumenta que la invasión a Ucrania ha resaltado la dependencia que Europa mantiene con Estados Unidos en materia de seguridad. En ese marco, el debate por la autonomía estratégica europea continúa latente y cuánto ello impacte en la cohesión transatlántica dependerá principalmente de dos factores: qué tan dispuesto esté Estados Unidos a correr un poco el foco de su competencia estratégica con China y del mantenimiento en el tiempo del despertar geopolítico del bloque europeo.

La tercera cuestión que despertó la invasión de Ucrania es ¿a quiénes se enfrenta Estados Unidos a nivel global? La competencia estratégica con China es protagonista, aunque la materialización del eje China-Rusia también ocupa el centro de escena. Al respecto, Zongyuan Zoe Liu y Mihaela Papa (Foreign Affairs) analizan cómo ambos países ya venían trabajando en lo que denominan el "eje anti-dólar", al cual suman países como Irán, cuyo objetivo es debilitar la supremacía internacional del dólar. En su mirada, al estar Rusia crecientemente excluida de los circuitos financieros internacionales, las fuertes sanciones impuestas por Occidente incrementan el atractivo de China como fuente de dinero y recursos para Putin, lo que fortalecerá la relación Beijing/Moscú. Por lo tanto, Estados Unidos deberá prestar mayor atención a lo que ocurra financieramente a nivel global si aspira a que las sanciones realmente surtan efecto.

En un sentido contrario, Craig Singleton (Foreign Policy) esboza los inestables cimientos del vínculo entre ambos países tras el encuentro de sus mandatarios en febrero. Si bien son regímenes autoritarios y revisionistas del sistema internacional, Singleton remarca la reticencia de Xi Jinping a brindar un respaldo total a las acciones de su contraparte por temor a verse más perjudicado de lo que pudiera beneficiarse, una advertencia que incluso lanzó a Beijing el Asesor de Seguridad Nacional de Joe Biden, Jack Sullivan (The Guardian).  En este tema influyen cuestiones como el peso notablemente mayor de Europa como socio comercial de China en comparación a Rusia, la ralentización económica china y la imagen negativa internacional del país que se ha incrementado al convertirse los Juegos Olímpicos de Invierno de este año en una plataforma de difusión de la persecución y los crímenes cometidos contra las poblaciones Uigur y del Tíbet, lo cual incluso derivó en un boicot diplomático de varios países occidentales (BBC).

En ese marco, la guerra de Ucrania ha revitalizado múltiples cuestiones, pero aún son varias las que deben clarificarse. Será cuestión de observar la evolución de los acontecimientos para ir descifrando qué características adoptará el sistema internacional, cómo quedarán conformadas las alianzas en su interior y cuánto afectará a la doctrina Biden como rectora de la política exterior de Estados Unidos.

 

 

ESTADOS UNIDOS Y AMÉRICA LATINA

 

 

La invasión de Rusia a Ucrania y sus efectos sobre el vínculo de Estados Unidos con América Latina

General Laura J. Richardson, Comandante del U.S. Southern Command. Fuente: AP Photo/David Zalubowski

 

Introducción

 

La invasión de Rusia a Ucrania se produce "en un momento de fuerte heterogeneidad de América Latina, debilitamiento de sus instituciones de integración, cambios políticos acelerados [y] expansión económica de China" (Fundación Carolina). ¿Qué significa la región para Estados Unidos en este momento? ¿Cómo impacta la crisis desatada por la invasión de Rusia a Ucrania en la relación de Estados Unidos con América Latina? ¿Qué peso tiene la influencia rusa en la región? Analizar la reacción de Estados Unidos y de América Latina frente a la guerra ha dado lugar a nuevas reflexiones sobre semejanzas y diferencias con la Guerra Fría; el devenir de la "Doctrina Biden" o la división de bloques internacionales entre democracias y autoritarismos; y la securitización de la agenda internacional.

Para empezar, las reflexiones en torno a la invasión de Rusia a Ucrania han abierto paralelismos con la Guerra Fría, especialmente en términos de alineamiento/apoyo/neutralidad respecto de Occidente o de Rusia. Resurge nuevamente la idea de enfrentamientos en el dominio político, económico, social, ideológico, militar e informativo entre grandes poderes opuestos. Esta línea de análisis conduciría a suponer que los países latinoamericanos habrían de posicionarse en función de este antagonismo. Sin embargo, América Latina han mostrado en distintas instancias multilaterales el escaso valor de la idea de plegamiento a uno u otro poder y puesto al descubierto  que  la noción de una "nueva Guerra Fría" es una herramienta narrativa de dudoso valor, antes que una apropiada categoría de análisis.

La votación de los países latinoamericanos, ámbitos multilaterales frente a la invasión de Rusia a Ucrania, es resumida en la siguiente tabla, teniendo en cuenta si apoyaron, se abstuvieron o rechazaron la invasión: (1) la declaración de la Organización de Estados Americanos presentada el 25 de febrero que condenaba la invasión, (2) la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en condena a la ofensiva rusa, (3) la moción del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas para abrir un debate sobre Ucrania del 28 de febrero, (4) si votaron para reprender a Rusia en la Asamblea General de Naciones Unidas el 2 de marzo, (5) si votaron la resolución del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas para establecer un comité de investigación sobre Ucrania.

 

Tabla: Votos de los países latinoamericanos en instancias multilaterales frente a la invasión de Rusia

Fuente: elaboración propia a partir de las actas de AGNU (2022), CDH (2022a), CDH (2022b), OEA (2022), SCR (2022a).
* Representación del "Gobierno Encargado", encabezado por Juan Guaidó.
** Voto del país inhabilitado por deudas contraídas con el organismo.

 

Las votaciones reflejan cómo las posiciones adoptadas por los diferentes gobiernos de América Latina cuestionan, en todo caso, la tradicional división latinoamericana entre gobiernos de "izquierda" y de "derecha", alineados a Rusia o a Estados Unidos y desafían además la construcción de un escenario recreativo moderno de la Guerra Fría (EUI; AS/COA). Las votaciones se afincarían, en todo caso, en conflictos domésticos "(...) procesados a menudo bajo los clivajes populismo/anti-populismo, democracia/autoritarismo o globalismo/antiglobalismo, y se enmarcan en diversas visiones de lo que significa "integrarse al mundo"" (Fundación Carolina).

En un contexto regional de creciente "irrelevancia" internacional, agravada por la crisis del regionalismo latinoamericano y el multilateralismo interamericano (Nueva Sociedad), se observa la dispersión de posiciones en términos de alianzas regionales. Lejos de "la América Latina de los "ciclos largos", liderazgos personales fuertes y alineamientos internacionales más o menos definidos –se tratase del ciclo "neoliberal" de los años noventa o de la "marea rosada" de las décadas de 2000 y 2010" (Fundación Carolina)–, el contexto actual revela un entramado complejo y dinámico de alianzas políticas.

Como puede observarse en la tabla, no se configura algo similar a dos bloques enfrentados. Sanahuja, Stefanoni y Verdes-Montenegro (Fundación Carolina) identifican cuatro grupos de países: (a) los países que condenaron la invasión rusa del territorio ucraniano; (b) los que buscan proyectar una cierta neutralidad frente al conflicto y votaron en contra de la invasión; (c) los que adhirieron a un discurso de neutralidad, pero legitimaron las posiciones de Rusia; y (d) los que ampararon las acciones de Rusia como socios cercanos en la región, al mismo tiempo que criticaron a las posiciones de Estados Unidos y la OTAN.

Este último grupo reúne a los socios más cercanos a Rusia (Cuba, Bolivia, Nicaragua y Venezuela). Cabe destacar que Bolivia se mostró favorable a debatir en el CDH la situación en Ucrania. "En el plano discursivo, además, los cuatro países reproducen la narrativa del Kremlin que pone el foco en la ampliación hacia el este de la OTAN como el elemento perturbador que ha motivado la reacción de Rusia al sentirse cercada" (Fundación Carolina). Nicaragua y Venezuela han mostrado un mayor grado de compromiso con Moscú, reconociendo la independencia de Lugansk y Donetsk. Bolivia y Cuba, por otro lado, han llamado al diálogo y la diplomacia entre Rusia y Ucrania, enmarcados en una tradición de defensa de la soberanía y la no intervención (Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba; Opinión).

El vínculo de este grupo de países, y de la región en general con Rusia, mantiene la atención de Estados Unidos sobre la región, aunque no necesariamente como una prioridad. La General Laura J. Richardson, quien está al frente del Comando Sur (SOUTHCOM) desde el 29 de octubre del año pasado, testificó el 8 de marzo ante el Comité de Servicios Armados, como parte de lo que constituye la declaración anual de ese Comando ante el Congreso (US Southern Command). La general Richardson identificó a Rusia como una de las principales amenazas para el hemisferio, principalmente a través de operaciones de desinformación y de su avance militar, aspectos que se han fortalecido durante la pandemia (1). De acuerdo a su declaración, Moscú continúa socavando la democracia a través de operaciones de desinformación para distorsionar las acciones de seguridad de Estados Unidos (2). La relación de Rusia con sus socios regionales clave, Venezuela, Cuba y Nicaragua, le permite expandir su acceso aéreo y marítimo para proyectar poder militar en toda la región. Los acuerdos con Venezuela, Nicaragua y Brasil, por otro lado, posibilitan que los buques de guerra rusos hagan escalas en puertos con poca antelación.

Por otro lado –sigue el testimonio–, Rusia duplicó sus despliegues navales en la región, pasando de cinco (2008-2014) a once (2015-2020) y  ha buscado, asimismo, incursionar en el hemisferio brindando capacitación en seguridad a través de $2.3 mil millones en ventas de armas y equipo militar en los últimos 10 años, para incluir ventas directas a Venezuela. La declaración concluye que tanto a través de la criminalidad transnacional como por medio de la cooperación internacional con los países de América Latina, Rusia ha fortalecido su influencia en la región. La general Richardson termina su testimonio con un pedido al Congreso de aumento presupuestario para el Comando. Así, reafirma la declaración del 16 de marzo del año pasado del Almirante Craig Faller, en aquel entonces Comandante del SOUTHCOM, en la que destacaba la brecha presupuestaria del Comando Sur respecto del resto de los comandos regionales (3).

Un hecho reciente vierte luz sobre la percepción estadounidense sobre la influencia rusa en la región: el acercamiento de Washington y Caracas. El pasado 6 de marzo una delegación estadounidense viajó a Caracas, de acuerdo con la portavoz de la Casa Blanca, con el objetivo de discutir una variedad de temas, incluyendo el de seguridad energética (White House). Desde abril de 2019, Estados Unidos mantenía prohibida a Venezuela la venta de crudo en el mercado estadounidense, un comercio que le representaba el 96% de los ingresos al país sudamericano (BBC). El viaje ha traído reflexiones en torno a un relativo abandono o erosión del enfoque de la "Doctrina Biden", en tanto supondría una priorización de los intereses estadounidenses en materia de seguridad por sobre la inflexibilidad ante gobiernos autocráticos.

Algunos días después, el 10 de marzo, la portavoz de la Casa Blanca aclaró que de momento no hay una negociación sobre "importar" crudo venezolano a Estados Unidos –en sustitución al ruso–, ni para levantar las sanciones contra el sector petrolero de ese país (White House). La visita a Caracas podría conducir o no a una compra de energía venezolana. En todo caso, supone, en primer lugar, un posible avance hacia una mayor securitización de la agenda hacia la región y, en segundo lugar, una toma de posición más contundente frente a la injerencia de Rusia en América Latina. Luego del 24-F cualquier aproximación militar o vínculo en el dominio de la seguridad de la región latinoamericana con Rusia podrá ser percibida mucho más fácilmente como una amenaza por los Estados Unidos.

Una reflexión final merece ser atendida: Rusia fue señalada por la declaración del SOUTHCOM como una de las principales amenazas a la región, pero no la primera, que sigue siendo China. China ha sido presentada en las últimas semanas como "game changer". El asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, expresó este lunes 14 de marzo su preocupación por un posible apoyo de China a Rusia durante la reunión que mantuvo con el diplomático chino Yang Jiechi en Roma (Financial Times). Los próximos pasos de China podrán reforzar la atención de Estados Unidos sobre la presencia china en América Latina, la cual ha crecido considerablemente en las últimas dos décadas y la ha posicionado como uno de los principales socios comerciales e inversores de la región (Interamerican Dialogue, Boletín del Observatorio de Estados Unidos Nº114).

 

NOTAS:

 

(1) Es preciso aclarar, la atención sobre Rusia a lo largo de la declaración no se compara, sin embargo, a la que es puesta en China, que continúa expandiendo su influencia económica, diplomática, tecnológica, informática y militar, lo que desafía la influencia de Estados Unidos en esas áreas (US Southern Command).

(2) En 2020, los medios de comunicación en español de Russia Today (RT) más que duplicaron sus seguidores en las redes sociales de 7 millones a más de 18 millones. Estas campañas de desinformación, de acuerdo a la declaración, son solo una parte de los esfuerzos más amplios de Rusia para influir en las elecciones nacionales en toda la región este año.

(3) Con la llegada de Biden a la Casa Blanca el mayor caudal de inversiones estadounidenses pasó de estar destinado a cuestiones de seguridad a volcarse a cuestiones de salud y asistencia humanitaria, impactando especialmente en América Latina (Foreign Assistance).

 

El Observatorio Estados Unidos brinda información por medio del seguimiento en los medios de prensa de los principales acontecimientos vinculados a la política interna norteamericana, a los Estados Unidos y el mundo, y a los Estados Unidos y América Latina en particular. Las opiniones expresadas en esta publicación son exclusiva responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento del CARI.

 

 

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