COMITÉ ESTADOS UNIDOS

Observatorio Estados Unidos / Boletín N° 111 / Julio 2021

Edición: Analía Amarelle / Equipo redactor: Federico Bursky, Sofía Iotti y Carla Gebetsberger

 

INDICE

 

LA DOCTRINA BIDEN Y LA NUEVA POLÍTICA EXTERIOR DE CHINA: DINÁMICAS QUE FOMENTAN LA RIVALIDAD, por Roberto Russell, Director del Comité Estados Unidos

 

POLÍTICA INTERNA DE LOS ESTADOS UNIDOS

Democracia, política y ley de infraestructura: Biden ante múltiples desafíos de política interna

 

ESTADOS UNIDOS Y EL MUNDO

Biden continúa la construcción de su doctrina de política exterior desde la Casa Blanca

Estados Unidos frente a los flujos migratorios de América Central

 

 

LA DOCTRINA BIDEN Y LA NUEVA POLÍTICA EXTERIOR DE CHINA: DINÁMICAS QUE FOMENTAN LA RIVALIDAD, por Roberto Russell, Director del Comité Estados Unidos

 

La idea de que la competencia entre democracias y autoritarismos será el conflicto dominante del siglo XXI sustenta lo que se ha dado en llamar la "Doctrina Biden". Dentro y fuera de Estados Unidos, numerosos analistas y políticos asignan a esta noción el carácter de un nuevo eje ordenador de la política exterior estadounidense que tendría, por lo tanto, un alcance global aunque se reconoce que su foco está puesto en la creciente rivalidad con China. En efecto, la contienda elegida con las autocracias del mundo –de la que puede salir un solo ganador, según lo admite el propio Biden– con la mira puesta esencialmente en Beijing dan sentido, en buena parte, a las iniciativas más importantes promovidas por el gobierno demócrata durante sus primeros seis meses en la Casa Blanca. Cabe incluir en esta lista a los esfuerzos desplegados para restablecer los vínculos con los países europeos, el acento puesto en la defensa de los derechos humanos, el anuncio de inversiones en un plan de infraestructura destinado al mundo en desarrollo para competir con la iniciativa de Ruta de la Seda, el plan de distribución de cerca de dos mil millones de vacunas contra el COVID-19 y el amplio conjunto de medidas orientadas a estimular la competitividad del país, a proteger el comercio y fomentar la industria nacional. (Ver al respecto, Jonathan Tepperman. "Biden's Dangerous Doctrine", Foreign Policy. July 21, 2021).

En su formulación teórica y en la práctica hasta la fecha, la Doctrina Biden ha contribuido a escalar el "consenso confrontativo" hacia China que viene acentuándose desde los últimos años de Obama tras la aceptación de la inviabilidad de la estrategia de engagement de Beijing a un orden internacional hecho a medida de Occidente. Como en los años de la Guerra Fría respecto del comunismo, ser hoy "duro" con China puede ser una carta valiosa con fines de política interna en un país en el que el 73% de la población tiene una opinión desfavorable de la nación asiática, según las últimas encuestas del Pew Research Center. Hacia afuera, la dureza hacia China en clave de oposición democracia versus autoritarismo despierta dudas sobre su oportunidad y condiciones de posibilidad.

Dos aspectos claros alimentan en primer lugar estos interrogantes. Por un lado, el clásico dilema del doble estándar en la aplicación de políticas fundadas en razones morales cuando deben compensarse con otras que obedecen a razones prácticas. (Ver las diferentes secciones de este número en las que se hacen referencias concretas a este dilema) Por otro lado, la Doctrina Biden requiere para su éxito el apoyo de aliados y socios a la postura antagonista con China, un objetivo de improbable realización cuando se ponen en riesgo intereses materiales importantes de estos países o se hace necesaria la unidad colectiva. Como señala Tepperman en el artículo citado: "Estados Unidos se aseguró compromisos retóricos para ponerse duros desde la OTAN, el G7 y el Quad. El lenguaje colectivo es fácil de obtener; conseguir la acción colectiva es muchísimo más difícil". Así, por ejemplo, Francia y Alemania se muestran favorables a avanzar en un nuevo acuerdo de inversiones entre la Unión Europea y China al que Washington se opone.

Seguir a Washington –o a Beijing– no parece ser la opción estratégica de este tiempo para la gran mayoría del resto. Antes bien, es probable que estos países recurran a estrategias mixtas de acomodamiento y oposición dirigidas a China y Estados Unidos a partir de temas específicos. Puesto en términos de los estudios estratégicos, una estrategia de hedging que procure alcanzar un equilibrio satisfactorio entre los diversos intereses en juego en cada relación como así también en el marco trilateral, sabiendo que ninguno de estos intereses podrá ser alcanzado completamente. En este mismo sentido, Xan Xuetong aporta desde China una visión calificada sobre el desafío estratégico para el "resto" en el marco de lo que denomina un "club-based international system": "(...) China y Estados Unidos formarán equipos rivales, y los otros países decidirán a cual unirse a partir de un criterio caso por caso dependiendo de los arreglos que mejor sirvan a sus intereses. La mayoría de los gobiernos dará la bienvenida a esta tendencia, habiendo ya adoptado estrategias de hedging para evitar elegir un lado entre los dos poderes". (Xan Xueteong, "Becoming Strong. The New Chinese Foreign Policy", Foreign Affairs, July/August 2021) En este contexto, la Doctrina Biden tiende a sobrestimar la influencia de Estados Unidos sobre sus aliados, socios menores y poderes emergentes y a subestimar lo que estos países pueden perder si le dan la espalda a China. (Ver "Biden's new China Doctrine", The Economist, July 17, 2021).

Un tercer aspecto muy importante de la Doctrina Biden tiene que ver estrictamente con su dimensión ideológica y la consiguiente convicción de la superioridad moral del modelo político estadounidense respecto del chino. Nada iguala al quinto de los seis famosos principios clásicos del realismo político propuestos por Hans Morgenthau en su obra clásica, Política entre las naciones, para resumir el sentimiento del gobierno y la academia China sobre esta creencia –expuesta como verdad– en la que se funda la Doctrina Biden y que el presidente del Instituto de Estudios Internacionales y Estratégicos de la Universidad de Beijing, Wang Jisi, denomina el "nuevo Consenso de Washington". (Wang Jisi, "The Plot Against China? How Beijing Sees the New Washington Consensus", Foreign Affairs, July/ August 2021). Dice Morgenthau: "El realismo político se niega a identificar las aspiraciones morales de una nación en particular con los preceptos morales que gobiernan el universo (...) Todas las naciones se sienten tentadas –y pocas han sido capaces de resistir la tentación durante mucho tiempo– de encubrir sus propios actos y aspiraciones con los propósitos morales universales. Una cosa es saber que las naciones están sujetas a la ley moral y otra muy distinta pretender saber qué es el bien y el mal en las relaciones entre las naciones". (Hans J. Morgenthau, Política entre las naciones. La lucha por el poder y la paz, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1986). Al amparo de este tipo de argumentaciones –que arraigan en milenarias filosofías y tradiciones políticas del país–, China responde que su modelo no es ni pretende ser exportable pero que lo va a defender cuestionando la idea de que los valores de Occidente tienen un appeal universal. Y que lo hará, además, desde una posición de poder que le da derecho a ejercer un papel prominente en los asuntos mundiales a la par de Estados Unidos. Este es el mensaje –advierte Xan en el artículo citado– hacia afuera y hacia adentro. Más aún, llega a considerar probable que Rusia sea en los próximos años un importante socio de China para combatir la politización de los derechos humanos y promover formas alternativas de democracia y un multilateralismo no ideológico.

La mayor dureza de Washington y la creciente asertividad de Beijing están generando una forma de intersubjetividad entre las partes que tiende a la internalización recíproca de una identidad de rivalidad profunda con todos los peligros para la estabilidad y la paz mundial que esta situación implica. (Un excelente análisis sobre esta inquietante dinámica bilateral de acción y reacción y sus implicancias puede verse en los artículos de Xan Xuetong y Wang Jisi arriba citados).

 

 

POLÍTICA INTERNA DE LOS ESTADOS UNIDOS

 

 

Democracia, política y ley de infraestructura: Biden ante múltiples desafíos de política interna

Fuente: Foreign Affairs

Habiéndose cumplido los primeros seis meses de la presidencia de Joe Biden en la Casa Blanca vale preguntarse cuáles fueron los cambios en la arena de la política doméstica. Con mensajes de unidad y consenso, el actual presidente ha intentado navegar las dificultosas divisiones internas que enfrenta el país. Las fracturas políticas y sanitarias siguen vigentes, pero la aprobación inicial el 28 de julio por el Senado de la ley en infraestructura con un paquete de $1 billón y con el apoyo bipartidista de 17 senadores republicanos resulta un hito esperanzador. Asimismo, la doctrina Biden de promoción de la democracia es otro aspecto importante a analizar, teniendo en cuenta que el 27 de julio comenzaron las primeras investigaciones en la Cámara de Representantes sobre el ataque del 6 de enero de este año al Capitolio. La realización de una Cumbre de las Democracias sigue en la agenda del presidente demócrata. ¿Han los esfuerzos del equipo de Biden en la Casa Blanca hasta ahora producido avances para atenuar las divisiones del país?.

Frances Z. Brown y Thomas Carothers en el artículo "Washington's Democracy Dilemma" (Foreign Affairs, July 23) destacan los desafíos al enfoque del gobierno de Biden centrado en fortalecer la democracia en Estados Unidos y en el mundo. La Cumbre de las Democracias, que desde el principio de la presidencia de Biden ha sido parte de su agenda pública e internacional, pero que aún no fue concretada, tiene la intención de demostrar el potencial de renovación política de la nueva Administración. Los autores sostienen que el liderazgo estadounidense en materia de defensa de la democracia no debería estar atado a su performance doméstica. Por el contrario, la perspectiva de Brown y Carothers sugiere que Biden debe resaltar la capacidad de las democracias para evolucionar y aprender constantemente de sus errores. Todos los sistemas políticos democráticos requieren del cuidado de sus instituciones y de la evolución constante para resolver los nuevos problemas de gobernanza económica, social y política que se les presentan. Una eventual Cumbre de las Democracias sería una vía para potenciar el reconocimiento de la Administración Biden de los vínculos entre las reformas domésticas y globales, y podría desencadenar nuevos compromisos por parte de democracias aliadas. Este argumento es uno, entre muchos, que los autores hacen en su artículo sobre la mejor forma de delinear una estrategia para impulsar la democracia desde Washington. Además los autores proponen lo siguiente para superar los dilemas de la doctrina Biden de promoción de la democracia: (1) no alienar a los aliados internacionales al enfocarse únicamente en contrabalancear a China y Rusia, (2) centrarse en los beneficios prácticos de la democracia más que en la defensa de un argumento moral, y (3) reconocer las tensiones inherentes con los aliados iliberales.

Por otra parte, Susan B. Glasser ("Donald Trump Would Have Made a Great House Republican", New Yorker, July 29) retoma el tópico de las divisiones internas que existen en Estados Unidos. Destaca que hay un gran abismo entre el Estados Unidos azul demócrata de Biden y el otro rojo republicano de Trump. Jeffery Frankel (al respecto ver "America's Republicans Are Killing Their Voters", Project Syndicate, July 22) ejemplifica las fracturas sociales en el país estadounidense a través del tópico de la vacunación contra el coronavirus y el uso de mascarillas. Este autor identifica un gran contraste: los ciudadanos que apoyan al partido republicano tienden a vacunarse y a respetar los mandatos de uso de mascarillas en menor medida que los votantes del partido demócrata. La campaña de vacunación se encuentra concentrada en las grandes ciudades y centros urbanos con predominancia de votantes azules, mientras los estados con mayor población rural, y por lo tanto una mayoría de votantes republicanos, tienen menores índices de vacunación. El gran problema es que la pandemia en Estados Unidos se está volviendo una crisis únicamente para quienes no han sido inoculados. Por este motivo, el título de este artículo menciona de forma provocativa que las propias creencias del GOP contra la ciencia, la campaña de vacunación y el uso de medidas preventivas contra la pandemia como el uso de mascarillas en lugares públicos, amenazan la vida de sus votantes.

Además de las fracturas sociales y sanitarias, la gran división doméstica reside para Glasser en las dinámicas del Senado y la Cámara de Representantes que solo comparten, en su opinión, el edificio del Congreso. Mientras que la Cámara de Representantes está dominada por lógicas de polarización, confrontación y conflicto, en el Senado parece predominar una forma de hacer política mayormente bipartidista y fundada en el consenso. Tomando en cuenta estas diversas formas de hacer política entre ambas Cámaras, Glasser concluye que Donald Trump podría haber sido un excelente republicano de la Cámara Baja mientras que Joe Biden, por sus décadas en el Senado, es el perfecto representante de la forma de hacer política de la Cámara Alta.

El acuerdo en infraestructura recientemente aprobado en el Senado refuerza la lógica de la Administración Biden de búsqueda de consensos. Jim Tankersley ("How Biden Got the Infrastructure Deal Trump Couldn't", The New York Times, July 29) explica que el significativo paso dado en el Senado, logrando apoyo bipartidista a la ley de infraestructura pero que aún tiene muchos desafíos que sortear, puede determinar mucho la agenda del Presidente y la capacidad para cumplir sus promesas de reconstrucción de la clase media estadounidense y de reconversión hacia un capitalismo más inclusivo. Hay una amplia resistencia de Trump a este acuerdo, reflejado en múltiples declaraciones en redes sociales, pero la lógica del Senado parece ser más fuerte. Asimismo, Biden se muestra dispuesto a generar concesiones valiosas para lograr la unidad, una característica ausente durante los años de Trump y destacable en épocas de parcial paralización en Washington.

El gobierno de Biden enfrenta un escenario doméstico político difícil y fracturado. Para impulsar la unidad y dejar un impacto de largo plazo en la democracia de Estados Unidos, es importante considerar que el estilo de generación de consensos del actual presidente demócrata, heredado de sus 36 años en el Senado, representa una clara ventaja para sortear las vallas que impone la fuerte presencia de Trump en el escenario político. El fortalecimiento de mejores prácticas y principios democráticos al interior de Estados Unidos es una indudable herramienta para consolidar procesos políticos internos transparentes y defender desde una mejor posición la democracia en el mundo. La delineación de una inteligente estrategia de promoción de la democracia resulta crucial para seguir avanzando hacia más acuerdos bipartidistas y una política menos polarizada en una época de gran rivalidad internacional, en donde los límites de la democracia estadounidense siguen poniéndose a prueba.

 

Artículos sugeridos:

Jake Werner, "Does America Really Support Democracy—or Just Other Rich Democracies?", Foreign Affairs, July 9

Ronald Brownstein, "Does Biden Understand Contemporary Politics?", The Atlantic, August 6

 

 

ESTADOS UNIDOS Y EL MUNDO

 

 

Biden continúa la construcción de su doctrina de política exterior desde la Casa Blanca

Fuente: Deutsche Welle

Tras un mes de junio cargado de viajes transatlánticos, julio se perfiló como un mes en el que el presidente Biden, si bien se mantuvo dentro de su país, no desdeñó la agenda externa estadounidense. En la Casa Blanca, el mandatario ofició de anfitrión a líderes de diversas partes del globo sobre el cierre de sus primeros seis meses al frente de Estados Unidos.

La invitada de mayor envergadura fue Angela Merkel, con quien se reunió el 15 de julio. Con la Canciller cerca de retirarse de forma definitiva de la política alemana tras 16 años al frente de su país, el encuentro viró sobre varios tópicos que trascenderán el tiempo de Merkel en el poder, como el gasoducto Nord Stream 2 y la regulación del universo digital.

En líneas generales, Anna Kuchenbecker ("A dangerous ambiguity: Why Germany is lukewarm about Biden's America", European Council on Foreign Relations, July 16) enfatiza la reticencia alemana al regreso de una relación estrecha tras el daño generado por Trump y cómo dicha reticencia dificulta la reconstrucción del vínculo. Desde la asunción de Biden, ha habido guiños y desencantos entre ambos líderes. Mientras el Presidente estadounidense intenta amalgamar los esfuerzos de Occidente para enfrentar a China, en Alemania mantienen la cautela ante el posible regreso de Trump e intentan ocupar una posición equidistante en la competencia Estados Unidos-China, con medidas como el apoyo para la firma del Acuerdo de Inversiones entre la Unión Europea y China, que causa poco agrado en Washington.

En lo que respecta al gasoducto ruso Nord Stream 2, Biden finalmente dio marcha atrás a la resistencia estadounidense a este proyecto demandado por Alemania y con profundas implicancias geopolíticas. Vladislav Davidzon ("Ukraine Won't Stop Fighting The Nord Stream Deal", Foreign Policy, July 27) destaca la desazón que ello generó en Ucrania, que se siente abandonada por Berlín y Washington al ver vulneradas su seguridad nacional y su capacidad de influencia ya que no puede competir en materia energética con el gasoducto ruso.

El otro campo central del vínculo es el universo digital y su regulación. Al respecto, Tyson Barker ("Future US-German ties depend on managing the transatlantic tech relationship", German Council on Foreign Relations, July 19) subraya la importancia de coordinar posiciones en dicha materia para hacer frente al fortalecimiento de regímenes autoritarios por medios tecnológicos y, al mismo tiempo, enfatiza el necesario protagonismo de Alemania para acercar a la UE a Estados Unidos dado que Francia apuesta por una visión más autónoma del bloque en dicha materia. Por lo pronto, el establecimiento del Consejo sobre Comercio y Tecnología EE.UU.-UE es un paso en pos de la cooperación antes que del autonomismo.

En la segunda mitad del mes, el mandatario estadounidense también recibió a sus pares jordano, el Rey Abdullah II, e iraquí, Mustafa Al-Khadimi. En el encuentro con el primero, el 19 de julio, primaron asuntos vinculados a la ayuda al desarrollo brindada por Estados Unidos (Jordania es el mayor receptor a nivel global), la inestabilidad doméstica producto del intento de golpe de estado por parte del medio hermano del Rey y la crisis económico-sanitaria que atraviesa el país asiático.

Ben Samuels ("Biden Pledges Suppor to Jordan's Abdullah in First Meeting with Arab Leader", Haaretz, July 19) subraya el carácter simbólico del encuentro. Abdullah II es el primer mandatario árabe en ser recibido por Biden y, así como ocurriera con los tradicionales aliados occidentales, el Presidente estadounidense intenta reconstruir la relación bilateral tras años de descuido durante el mandato de Trump. Socio en la promoción de la solución de los dos Estados y firmante de un Tratado de Paz con Israel, Jordania se configura como un actor central de la política estadounidense en Medio Oriente.

No obstante, Gregory Aftandilian ("King Abdullah Visits Washington amid Jordan's Woes", Arab Center, July 14) pone el foco sobre la inclinación autoritaria del Rey Abdullah II. El acercamiento con un líder de estas características podría minar la congruencia de la doctrina de política exterior de Biden basada en la competencia "democracia vs autoritarismo", al evidenciar la tensión entre los ideales de su doctrina e intereses geopolíticos concretos en la región.

Por su parte, el encuentro con Mustafa Al-Kadhimi del 26 de julio tuvo lugar en un contexto en el que la presencia militar de Estados Unidos se encuentra en una fase de retirada de Medio Oriente y, al mismo tiempo, Irán aprovecha esta situación para avanzar sus intereses en la región. Mina Al-Oraibi ("Will Biden and Kadhimi Produce Platitudes on Iraq?", Foreign Policy, July 23) analiza tres posibles escenarios tras la reunión bilateral: la utilización del encuentro por parte de Al-Kadhimi para legitimarse a nivel doméstico; una mayor presión por parte del gobierno de Biden en materia de lucha contra la corrupción y un mayor involucramiento contra las milicias apoyadas por Irán que le requeriría comprometerse en el largo plazo con Irak; y, por último, un mero encuentro con pocos compromisos que evidencie la falta de interés de Biden en Irak y le abra paso a Irán para incrementar su influencia. Asimismo, la autora también destaca las sospechas de corrupción y la escasa claridad sobre asesinatos de activistas y protestantes en Irak, que pueden complicar la congruencia de la política exterior de Biden si este genera un vínculo estrecho con Al-Kadhimi.

James M. Lindsay (Council on Foreign Relations Podcast, July 22) se adentra en la óptica estadounidense y señala que Biden intentará consolidar una presencia civil antes que militar en Medio Oriente sin por ello allanarle el camino a Irán, cuyo gobierno desea convertir a Irak en un Estado teocrático. Para ello, Lindsay estima que Biden canalizará recursos y asistencia por medio de organismos multilaterales para apoyar la estabilización de Irak, alejarlo de la influencia iraní y obrar en línea con la doctrina que pretende imprimirle a su política exterior.

 

Artículos sugeridos:

Project Syndicate – Whither the US German Relationship? – By Joschka Fischer

The Guardian – Biden and Khadimi seal agreement to end US combat mission in Iraq

The Japan Institute of International Affairs – The US Strategy for Emerging Technologies and the Issue of "Consensus" Building – By Kousuke Saitou

The New York Times – U.S. to Announce Troop Drawdown From Iraq, but Little Is Expected to Change – By Jane Arraf & Eric Schmitt

 

Estados Unidos frente a los flujos migratorios de América Central

Fuente: Jonathan Ernst / Reuters Getty Images

El asesinato del presidente de Haití y los estallidos sociales ocurridos tanto en Cuba como en Nicaragua capturaron la atención del Gobierno de los Estados Unidos en las últimas semanas. Al calor de estos acontecimientos, los flujos migratorios provenientes de América Central escalan posiciones entre las prioridades de política exterior estadounidense. La cuestión migratoria fue uno de los ejes centrales de la campaña electoral de 2020 y durante la cobertura de los primeros días de Biden en la Casa Blanca (Pew Research Center, May 2021). Transcurridos seis meses desde su asunción, ¿cómo revisar su política migratoria hoy?

Los desafíos de Estados Unidos en materia migratoria se han amplificado durante los últimos meses, tal y como fuese remarcado a mediados de julio por la directora del Programa Latinoamericano del Wilson Center (Cynthia Arnson, BBC Mundo, Julio 15). Desde la asunción de Biden, la cifra de detecciones en la frontera sur (que incluye detenciones y rechazos) fue la mayor de los últimos 20 años (Migration Policy Institute, April, 2021). La llegada de migrantes a la frontera ha aumentado mensualmente: de 78.000 personas detenidas en enero, la cifra subió a 180.000 en mayo (Migration Policy Institute, June 2021). En el último mes se registró un récord de migrantes debido en gran medida a las crisis desatadas en Cuba, Nicaragua y Haití que la Administración Biden no anticipó (CBP): en la frontera suroeste fueron detenidas 188.829 personas indocumentadas, de acuerdo a la U.S. Customs and Border Protection (CBP). Se trata de un aumento del 5% del total respectivo a mayo de 2021.

El gobierno de Biden ha adoptado distintas estrategias frente al aumento de flujos migratorios desde su llegada a la Casa Blanca en enero. Su Administración revocó la Executive Order 13768, emitida por Trump a inicios del 2017; orden que criminalizaba la permanencia de inmigrantes indocumentados al considerarlos una amenaza a la seguridad nacional. Consiguientemente, emitió un memorándum para preservar y fortalecer el programa de Deferred Action for Childhood Arrivals (DACA) e interrumpió el fondo de emergencia para la construcción del muro fronterizo con México. Pese a buscar un alejamiento de la Administración Trump, la política migratoria de Biden no deja por ello de mantener algunas continuidades, o de estar menos securitizada (Aviva Chomsky, The root cause of Central American migration? The United States, The Washington Post, Jul 9, 2021). Un ejemplo de esto podría encontrarse en lo respectivo al detenimiento de los trámites de asilo fronterizos.

Como lo señalaban dos expertas del Migration Policy Institute a inicios de este año, la Casa Blanca buscó desacelerar las reformas planificadas y publicitadas en campaña, temerosa de que una implementación repentina pudiese catalizar una gran afluencia de inmigrantes latinoamericanos y poner en riesgo la seguridad pública en medio de la pandemia ("Will America Welcome Refugees and Asylees Once Again?", Foreign Affairs, Feb 4, 2021). Pese a que el 70% de la población adulta se encuentra vacunada, el pasado 2 de agosto se extendió la orden Title 42 como medida de excepción sanitaria. Impulsada por Trump en el 2020, esta orden permite la expulsión inmediata de los migrantes que ingresan a través de Canadá y México hacia Estados Unidos, con excepción de los menores no acompañados (Centers for Disease Control and Prevention).

El pasado 29 de julio, el Gobierno de los Estados Unidos publicó la Collaborative Migration Management Strategy con el objetivo de fortalecer la cooperación en materia migratoria en América del Norte y Central. La Estrategia procura contribuir a adoptar "un enfoque humano y seguro mejorando la cooperación regional para gestionar la migración, ampliando las protecciones y reforzando el acceso a las vías migratorias legales (...)" y garantizar "(...) el asilo y [distintas] vías de migración legal para aquellos que lo necesiten" (Ficha informativa del Departamento de Estado). La asistencia a los solicitantes de asilo y refugiados provenientes de El Salvador, Guatemala y Honduras se realizará en cooperación con otros gobiernos de la región, con organismos internacionales y con organizaciones no gubernamentales para garantizar a los refugiados el derecho de asilo, el acceso a la asesoría legal, la reunificación familiar y las oportunidades laborales por fuera del territorio estadounidense. Dos cuestiones merecen cierta atención: su restricción al Northern Triangle, es decir, a Guatemala, a El Salvador y a Honduras; y su implementación extraterritorial: la asistencia no es otorgada en suelo estadounidense y tampoco otorgada a cualquier hispanic [1].

En las últimas semanas, a los flujos migratorios provenientes del Northern Triangle se le suman aquellos provenientes de Cuba, Nicaragua y Haití, producto de las crisis desatadas en estos países. Excluidos de los alcances de la Collaborative Migration Management Strategy, los migrantes cubanos, nicaragüenses y haitianos se presentan como un nuevo desafío a la política migratoria. Dos líneas de acción se delinean a fin de responder a esta cuestión: la primera emerge del paradigma de la seguridad. La segunda, del paradigma de asistencia humanitaria. La primera brega por mantener y ampliar el régimen de sanciones. La segunda, por el fin de las sanciones y la desecuritización.

A la luz de las crisis internas de Cuba, Nicaragua y Haití, la cuestión migratoria fue problematizada durante las últimas semanas a la luz del compromiso del gobierno de Biden con la democracia a nivel mundial. En estos términos se denuncia la migración cubana, por ejemplo, como un "chantaje" por el Senador Republicano Marco Rubio; de la misma manera que al interior del partido demócrata se alienta una securitización de la postura de la Casa Blanca frente a esta cuestión como una "golden opportunity" de cara a la próxima campaña electoral en Florida (Politico, July 14, 2021). Estas perspectivas, sin embargo, ocluyen otras variables que podrían ser tenidas en consideración para la formulación de políticas migratorias idóneas. (Does America Really Support Democracy—or Just Other Rich Democracies?, Foreign Affairs, July 9, 2021). Así, por ejemplo, el cambio de las políticas migratorias estadounidenses en sus diferentes etapas en función de las necesidades de mano de obra barata (Desarrollo y migración: desafíos y oportunidades en los países del norte de Centroamérica, CEPAL, 2019). De manera análoga, el impacto en la crisis actual de los modelos de desarrollo de inversión extranjera y de militarización promovidos en distintos países de la región por Administraciones anteriores (Aviva Chomsky, The root cause of Central American migration? The United States, The Washington Post, Jul 9, 2021).

De tener en cuenta algunas de estas consideraciones, las llegadas a la frontera dejarían de ser entendidas como una emergencia coyuntural producida por regímenes democráticos deficitarios o autoritarios. Siguiendo lo señalado por el Center for Global Development (CDG), las llegadas a la frontera no son una crisis puntual, son flujos permanentes y, por lo tanto, requieren respuestas de largo plazo, no de mera emergencia, que avancen en la coordinación de la oferta y la demanda laboral. Esto podría asegurar indirectamente un control fronterizo más eficaz y humano. En un contexto regional de creciente pauperización socioeconómica (La paradoja de la recuperación en América Latina y el Caribe, CEPAL, 2021), desalentar la emigración se revelaría visiblemente insuficiente. La sección de Estados Unidos y América Latina del Boletín Nº 110 de este Comité recuperaba las reflexiones de Hubert Humphrey en referencia al lugar asignado a América Latina en la política exterior estadounidense. Se trata de una premisa que puede ser trasladable a la cuestión migratoria aquí reseñada: en la definición del diagnóstico y el diseño de las política de los Estados Unidos hacia América Central, deviene necesario incorporar perspectivas de largo plazo y la identificación pormenorizada de las diferencias intrarregionales.

 


[1] El Census Bureau emplea la categoría hispanic o Latino para personas de origen cubano, mexicano, puertorriqueño, sudamericano o centroamericano u otra cultura u origen español, independientemente de su raza.

 

Artículos sugeridos:

Esglobal - Depende: seis meses de política migratoria de Biden – Por Ana González Páramo

The Dialogue - Has Latin America Become a Foreign Policy Priority for the U.S.?

Foreign Affairs - Hands Off Haiti. Why International Interference Is Hampering Recovery - By Lauren Carasik- January 18, 2016

 

El Observatorio Estados Unidos brinda información por medio del seguimiento en los medios de prensa de los principales acontecimientos vinculados a la política interna norteamericana, a los Estados Unidos y el mundo, y a los Estados Unidos y América Latina en particular. Las opiniones expresadas en esta publicación son exclusiva responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento del CARI.

 

 

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