Autor: Miguel Velloso, Miembro del Comité de Asuntos Asiáticos y ex Cónsul General en Shangai

La cosmovisión china del mundo, en tiempos donde su dirigencia asume plenamente su centralidad geoestratégica casi como un destino histórico, constituye una de las claves para poder traducir en el presente el pensamiento político de la China contemporánea, y en especial hacia dónde se encamina. Como "el "País del Centro", exalta sus pasadas contribuciones pacíficas al bienestar de la humanidad usando estrategias no violentas aunque igual de efectivas. Para lograr sus objetivos, no duda en usar el poder del comercio, las prebendas, e incluso la asimilación cultural.

Uno de los mejores ejemplos del realismo político aplicado a una situación dual, con componentes ligados a su dinámica interna y al frente externo, es el que ha desarrollado Beijing en el Tíbet, para convertir -en forma tan silenciosa como efectiva-una región inestable por su potencial conflictivo, en un nexo geo-estratégico que habrá de tener determinantes consecuencias positivas no sólo para la estabilidad del Oeste chino, sino también en Asia Central.

Como es sabido, la región del Himalaya presenta una ubicación privilegiada como plataforma de relacionamiento -o distanciamiento- entre las dos potencias regionales: la India y China. Es dable afirmar que de su estabilidad dependen en gran medida el futuro de los países y los factores de poder que gobiernan la región donde aún perduran elementos de tensión e inestabilidad, consecuencia de disputas territoriales y situaciones conflictivas, particularmente en el Nepal y Tíbet.

La Diplomacia china, en el contexto de su diseño político para promover el comercio hacia el Este Asiático, y expandir su desarrollo hacia el Oeste ("Go West") ha tomado una importante iniciativa para potenciar su posicionamiento en su "emplazamiento estratégico" -como considera al Tíbet- a través de lo que ha denominado "un desarrollo económico, en una atmósfera de paz", que fue lanzado en el "Plan de Desarrollo de la Región del Oeste" de China. Esta política fue formalmente lanzada con el Décimo Plan Quinquenal 2001-2005, y ha mantenido vigencia -y se ha profundizado- en el transcurso del Onceavo, que concluye este año.

La cuestión tibetana es generalmente encarada internacionalmente bajo una dimensión política, o ligada a los derechos humanos por sus implicancias religiosas o étnicas; pero desde la óptica china, para tener una visión integral de la cuestión, deberían incluirse factores económicos, estratégicos y medioambientales, que son los que constituyen los determinantes y configuran las prioridades.

Los aspectos históricos y políticos de la cuestión tibetana se encuentran graficados en una amplia literatura, de diversas fuentes y generalmente contradictorios, ya que las interpretaciones vienen teñidas de las posiciones de las partes, o factores de poder extra regionales. Hay al respecto una profusa literatura china y tibetana -de difícil acceso, por cuestiones idiomáticas- y las fuentes occidentales no son aceptadas pacíficamente por los investigadores chinos. Sobre este particular, resulta ilustrativo el análisis comparativo de los argumentos y hechos históricos que abonan las posiciones de chinos y tibetanos.

Tampoco es armónica la interpretación occidental y china de la forma de proteger los Derechos Humanos de sus habitantes. Esto hace que quienes evalúen los resultados de la presencia china en Tíbet desde que recuperara (o invadiera, según el Dalai Lama) el territorio en 1950, oscilan en calificarlos de "grandes resultados" o un desastre social sea que estas evaluaciones provengan de Lhasa, Dharsalam o Beijing.

En cualquier caso, y sin perjuicio de los resultados que esto conlleve, lo que no hay dudas es que la región del Himalaya esta estrechamente ligada a los intereses estratégicos y de desarrollo interno chino, factores estos que se han potenciado y revalorizado frente al hecho de que esta zona siendo la que cuenta con la mayor reserva de agua del planeta, hoy es objeto de monitoreo y observación internacional frente al cambio climático y el calentamiento global consecuente.

En términos estratégicos, la visión china de la región estaba centrada en el pasado en conceptos básicamente defensivos frente a la importancia de la India, ligada estrechamente a los intereses británicos en la región. La importancia del dominio de las tierras altas ante posibles conflictos armados ha sido tradicional en las estrategias militares.

Pero en la nueva perspectiva china, lo que esta buscando Beijing es convertir la Región Autónoma de Tíbet (RAT) en un puente integrador de su país con la región central y sur asiática. Como es sabido, la Región Oeste de la China (que comprende las provincias de Gansu, Guangxi, Guizhou, la Mongolia Interior, Qinghai, Shaanxi, Sichuan, Yunnan, mas la Municipalidad de Chongqing y la Región Autónoma de Ningxia, Tíbet, y Xinjiang), representa el 60% del territorio del país, pero el carácter montañoso y desértico ha hecho que en ella sólo viva menos de un cuarto de la población total del país, y que sea la de menores ingresos (la mitad de los ingresos que los que habitan en la Región del Este). Por lo demás, es en dichas zonas donde viven instaladas varias de las 55 minorías que habitan en territorio chino, entre ellas la tibetana. Debe tenerse especialmente en cuenta que mas del 93% de los 1320 millones de chinos, son de la etnia Han.

Fue justamente esta diferencia de niveles de desarrollo e ingresos que impulsaron al Gobierno Chino a lanzar en el año 2000, su política de promoción económica de esta región, que fuera denominada "Go West", justamente con miras a limar las diferencias de desarrollo e ingresos existentes con el Este, que había sido la principal beneficiaria -hasta entonces- de las políticas favorables a la radicación de inversiones en las Zonas Económicas Exclusivas creadas al efecto.

Esta propuesta, que incluyó a las doce provincias, apuntó prioritariamente al desarrollo de la infraestructura e inversiones en sectores clave que no sólo transformen la región, sino-y especialmente- a las relaciones inter-regionales; se trató de un esquema de desarrollo de recursos naturales, combinado con el entramado de una arquitectura de comunicaciones y transporte terrestre, con una alta implicancia sobre la región del Himalaya.

Claramente con este plan, elaborado por tecnócratas y estrategas, se han priorizado las cuestiones ligadas a la integración económica y estratégica del Tíbet con la China continental, dejando de lado aspectos étnicos y sociales que hacen a las características de la población autóctona tibetana. La consecuencia previsible fueron las criticas lanzadas por parte de las potencias occidentales, en razón del impacto que el mismo tendría sobre el estilo de vida de los habitantes de la región, particularmente al haber impulsado migraciones internas rural-urbano que generaron una nueva dinámica social, pero especialmente por el flujo masivo de emigrantes Han hacia el Tíbet.

No sin razón China alega frente a estas críticas que no puede dejar relegada a la región respecto al gran crecimiento económico que se opera en todo el país. De lo que no hay dudas, es que el importante tramado de comunicaciones y la modernización de la RAT que ha desarrollado el Gobierno Central chino, le permitirá también imprimir una nueva dinámica a toda la región, incluyendo a los países linderos, con determinantes consecuencias geopolíticas.

Debe señalarse que hasta la puesta en marcha de este ambicioso plan, la RAT era la única entidad política china sin acceso por vía navegable o ferrocarril, por la que sólo se accedía por vía aérea. De allí que el proyecto mas emblemático desarrollado por este Plan haya sido el Ferrocarril Qingzang Railway (o ferrocarril tibetano) concluido en el 2007 que une hoy a la Provincia de Qinghai con la Capital tibetana Lhasa. Esta obra monumental de ingeniería recorre alturas superiores a los 5000 metros en su trayecto de casi 2000 Km., con el apoyo de mas de 600 puentes.

También el Plan previo la ampliación de los aeropuertos existentes, así como un entramado de rutas que faciliten los desplazamientos y la integración con el resto del país.

Oficialmente, los objetivos perseguidos por este emprendimiento son el desarrollo de la industria del turismo y en particular la minería. Ya están identificados importantes recursos mineros en la región (oro, cobre, litio, platino, cobalto, etc.)

Pero un aspecto menos publicitado de la estrategia, es el que contempla crear en la RAT un "hub" que vincule comercialmente a China, India, Nepal y Bhután.

El estado de situación de la cuestión tibetana

Mas allá de los cíclicos levantamientos tibetanos procurando llamar la atención de la comunidad internacional respecto del desplazamiento étnico del que son objeto ante una creciente presencia Han en su territorio, el último de los cuales fue en 1989 siendo gobernador el actual Presidente Hu Jintao, debe mencionarse que hasta el presente ningún país ha reconocido su estatus de territorio independiente, ni apoyado las pretensiones de autonomía perseguidas por el Dalai Lama. Aunque hay claros indicios de que Beijing estaría dispuesta a evaluar esta opción, sujeta a que el mismo Dalai reconozca sin tapujos la soberanía china del Tíbet.

Por su parte, los países occidentales impulsan un diálogo entre las partes, para que el acceso de China a su condición de Gran Potencia no se vea dañado por acciones de confrontación como las que ha impulsado el Dalai durante las Olimpíadas de Beijing, a pesar de su discurso pacifista.

En el contexto señalado, en varias ocasiones, representantes del Dalai Lama han mantenido conversaciones con las autoridades Chinas para resolver la cuestión de la autonomía del Tíbet, sin que se haya llegado todavía a un acuerdo.

Refiriéndose a la última ronda de conversaciones, el 20 de marzo pasado, el Dalai Lama expresó, desde la sede del exilio tibetano en la ciudad india de Dharamsala, sus dudas de alcanzar un resultado positivo en las conversaciones sobre la autonomía del Tíbet. "Después de la postura de los actuales dirigentes chinos de terminar (las conversaciones), hay poca esperanza de llegar pronto a algún resultado", dijo el líder espiritual tibetano.

En su discurso del 51º aniversario del alzamiento del Tíbet contra la ocupación china, el Dalai Lama se mostró decepcionado. "No obstante, se mantiene firme nuestra actitud de proseguir con el diálogo", afirmó. Además, volvió a destacar el hecho de que ni él ni ninguno de los integrantes del gobierno exiliado aspiran a cargo político alguno en el caso de que las conversaciones sobre la autonomía del Tíbet alcancen el éxito algún día.

También hizo un llamamiento para que las autoridades tibetanas al servicio de China vayan a visitar al gobierno "en el mundo libre" para "comprender la situación de los tibetanos en el exilio (...) y observar la situación por sí mismos". Como se recordara, el Dalai Lama, junto con miles de tibetanos, conforma hoy una comunidad en la India, constituida desde que el líder espiritual tuviera que huir de su país en 1959 tras el alzamiento tibetano contra la ocupación china.

El impacto de la estrategia de China en las relaciones regionales

La India

El nuevo partenariato internacional entre la India y la China en el marco del denominado BRIC no es sólo un protagonismo fruto del crecimiento económico que ambos países, con políticas y estilos diversos, han logrado en las ultimas décadas. No hay dudas de que en la descompresión de lo que fueron desconfianzas y susceptibilidades históricas, ha jugado un papel motor esta estrategia de seducción pacifica china. Se puede afirmar que la visita a China del Primer Ministro Indio Atal Bihari Vajpayee -en junio del 2003- coronó un proceso de descongelamiento de las frías relaciones bilaterales que se fue gestando en la década pasada. Quizás uno de los hechos más impactantes que marcaron este hito fue la Declaración efectuada por el Gobierno Hindú en la oportunidad, que "reconoce que la Región Autónoma del Tíbet es parte del territorio de la República Popular China y reiteró que no permitirá que los tibetanos desarrollen una actividad política anti-China en la India". En la misma oportunidad también acordaron explorar la posibilidad de solucionar los problemas de límites existentes.

Pero lo más significativo, en opinión de los observadores, fue el Memorando de Entendimiento suscripto con miras a expandir el comercio fronterizo entre los dos países, dejando abierta la posibilidad de reabrir la ruta comercial Tibet-India vía Nathu La Pass que separa la RAT del estado indio de Sikkim. Esta decisión tiene muchas implicancias regionales y comerciales, ya que habilita el comercio trans-himalayo, que es una de las prioridades de la China en la región. Hasta tiempos recientes, Tibet sólo ha tenido comercio con Nepal.

Este Memorando ha sido calificado como un nuevo hito en las relaciones bilaterales y ha dado lugar a nuevas expectativas en cuanto al futuro de los vínculos entre la India y China. Hasta hace pocos años, la doctrina de defensa de la India estaba basada en la "two front war", donde daba el mismo status beligerante a Pakistán -en tanto enemigo histórico- y a la China, en ambos casos potencias nucleares. Sin embargo, a tenor de recientes análisis Nueva Delhi estaría mas interesada en descomprimir los conflictos regionales y generar un contexto de cooperación, donde el terrorismo -enemigo común de ambos países- tiene una nueva significancia. De esta forma, de alguna manera compensaría el creciente acercamiento militar chino-norteamericano, cuyos lineamientos fueron fijados en la Declaración Conjunta del 17 de noviembre del 2009.

Persisten aún muchos problemas por solucionar, especialmente los limítrofes. Como se recordara, India acusa a China de ocupar 14.670 Km2. de su territorio en Kashmir, mientras que China a India de ocupar 34.750 km2, casi todo el territorio del estado de Arunachal Pradesh. Sin embargo, en este nuevo contexto parecería que los mayores temores hindúes están centrados en una posible "invasión comercial" susceptible de desbalancear la región.

En síntesis, es una nueva muestra de que la estrategia China del "Go West", ha logrado en 2003 más de lo esperado, al despejar y descomprimir una de las más firmes hipótesis de conflicto regional, y llegar a la posibilidad de lograr un desarrollo pacifico en la región del Himalaya. Pero no la única.

Bhutan

Se trata del único país vecino de China que no mantiene relaciones diplomáticas con Beijing. Sus fronteras están cerradas desde 1962, luego de los escarceos que dieron lugar la ocupación china de Tíbet y las tensiones Indo-Chinas. Sin embargo, desde mitad de los 80 se iniciaron contactos políticos entre los dos países, dando lugar a reuniones anuales de funcionarios, con miras a ir resolviendo pacíficamente cuestiones fronterizas puntuales.

China encara también sus relaciones con Thimphu en el mismo contexto de su estrategia regional y procura un rápido acercamiento. Curiosamente, siendo el único Estado Budista del Mundo, con fuertes vínculos históricos, culturales y religiosos con el antiguo Tíbet, Bhutan nunca apoyó la autonomía tibetana ni al Dalai Lama, por lo que ha sido funcional a la estrategia china de fomentar una mayor libertad religiosa en Lhasa. Por otra parte, Bhutan ha estado históricamente vinculada a la India, que ha estado a cargo de su política exterior, y los vínculos comerciales han sido prevalecientemente con este país.

Los analistas chinos estiman que, si Beijing decidiera llevar adelante la idea de crear una Zona Económica Integrada en el Himalaya, Bhután no podría quedar ajena a esta iniciativa ya que el impacto sobre el futuro de este pequeño país seria determinante.

Nepal

Desde el establecimiento de relaciones diplomáticas en 1955 y el asentamiento de Misiones diplomáticas a nivel de embajadores en 1960, las relaciones chino-nepalesas han crecido tanto política como comercialmente en forma sustancial. En 1956, Nepal reconoció la soberanía china sobre el Tíbet, siendo Nepal el único país que mantiene una ruta aérea directa con Lhasa, y un Consulado General. Beijing ha provisto a Katmandú de apoyo financiero y en infraestructura, procurando en gran medida compensar la fuerte influencia comercial de la India. Desde 2002 ha permitido que el Yuan Chino sea libremente cambiado en Nepal. Pese a la política de equilibrio que Katmandú lleva a cabo con sus dos vecinos que le ha permitido logra el estatus de "Zona de Paz", considera que el Tíbet habrá de ser una región clave de tránsito de bienes con un mayor desarrollo regional.

El cambio climático y una revalorización internacional de la región. Los recursos acuáticos del Tíbet

El Altiplano del Himalaya, considerado hoy por los expertos como el Tercer Polo, contiene 100 veces más hielo que los Alpes. Es en la actualidad la principal fuente de agua de toda Asia, y es en sus alturas donde nacen los 10 principales Ríos de la región. Los que encuentran su naciente en estas alturas bañan, además de China, países como India, Vietnam, Camboya, Laos, Tailandia, Myanmar, Bangladesh, Pakistán y Nepal. También provee el 30% de los recursos acuáticos chinos, además de tener un enorme potencial para el desarrollo de proyectos hidroeléctricos. En el marco de la planificación económica, existen en carpeta múltiples proyectos para la erección de represas que controlen los caudales de agua y provean en el futuro recursos energéticos para China y la región; pero cualquiera sea el camino que estos futuros emprendimientos recorran, su impacto excede el marco del desarrollo económico regional ya que involucra cuestiones ambientales, y se activan cuestiones estratégicas de interés global.

Jiang Zemin, ex Presidente de China, ya proclamaba que "la estabilidad del Tibet, está directamente relacionada con la estabilidad de China; y el desarrollo del Tibet, esta relacionado con el desarrollo de China". Sin embargo, en el concepto estratégico-político chino, las prioridades son: desarrollo económico, organización más eficiente y sólo en tercer lugar, protección del medio ambiente, lo que genera resquemores entre los países interesados en esta región.

Los observadores han denunciado que junto al rápido crecimiento económico de China e India, también se ha verificado un creciente deterioro de su medio ambiente: tierras arables, recursos acuíferos, depósitos minerales, deterioro medioambiental, polución, etc., posiblemente derivado de las mismas pautas con las que se verifica el desarrollo.

Un aspecto que ha revalorizado internacionalmente la visión estratégica de esta región es el derivado del Cambio Climático y las consecuencias del Calentamiento Global que están afectando sensiblemente a esta región, cuyas aguas -como se señalara- alimentan los principales ríos de los países que rodean este altiplano, considerado el más extenso y alto del mundo.

Estudios recientes han verificado que 46.000 glaciares de esta región se están derritiendo con mayor velocidad que en otras zonas del mundo. El IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) ha advertido que los glaciares del Himalaya podrían desaparecer en tres décadas, lo que afectaría la supervivencia de más de 500 millones de personas en Asia y 250 millones sólo en China.

Se señala que desde 1960 los glaciares tibetanos han disminuido su volumen en un 7%, y sólo en los últimos 20 años, un 4,5 %. En caso de verificarse estos pronósticos, los países más afectados serían India, China, Bangladesh, Bhután, Camboya, Laos, Myanmar, Nepal, Pakistán, Tailandia y Vietnam.

Tierras y llanuras -dotadas de una significativa "biodiversidad"- están situadas a más de 3300 mts. de altura, y abarcan 2,5 millones de km2, con distancias de 2400 km. de este a oeste y 1400 km. de norte a sur. El agua –como lo demuestra la experiencia internacional- puede ser un nuevo factor de conflicto o "cooperación regional".

El progresivo derretimiento de los glaciales es el barómetro de la salud del ecosistema del "grassland" en toda esta región. Como se indicara, es la fuente del sistema hídrico de los 8 principales ríos del mundo: el Río Amarillo (5.460 km.), el Mekong, el Yangtze (6.300 Km), el Salween, el Indus, el Ganges, el Irrawadi y el Bramaputra, donde vive el 40 % de la población del mundo. Una disminución de su caudal por efecto del cambio climático tendría sin lugar a dudas consecuencias desastrosas.

El dilema que está planteado en la actualidad es el que enfrenta a dos posturas contrapuestas: el que encarna el Gobierno de China, que prioriza un desarrollo económico-estratégico; y los otros actores internacionales, que buscan armonizar el desarrollo interno de este país con cuestiones sociales y ambientales (especialmente el Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo). En todo caso, ya hoy hay cierto consenso en aislar las cuestiones sociales y políticas que dividen a la región y priorizar las cuestiones medioambientales.

Por un lado, ingenieros y economistas estiman que rutas, represas, proyectos energéticos y otros de infraestructura serían la panacea para el desarrollo económico y la lucha contra la pobreza; mientras que, desde otra óptica los ecologistas consideran que "No use, is the best use" en el frágil medioambiente del Altiplano Himalayo. Algunos ven que el turismo sería la mejor apuesta pata combinar ambas expectativas. Y quienes pregonan filosofías espiritualistas, abogan por salvaguardar los valores espirituales de la región como la mejor solución.

Lo cierto es que hasta el presente, no hay conceptos que encarnen y concilien las agendas en tales direcciones. Sólo una amplia cooperación de todos los actores podrá encontrar soluciones a este grave problema socio-ecológico.

Algunas conclusiones

La región del Himalaya constituye un buen ejemplo de la forma como ha encarado China la solución de un problema fronterizo, político, económico y estratégico con una política de mediano plazo vinculada a su propio desarrollo interno, potenciando sus posibilidades futuras al ampliar y potenciar su mercado.

El altiplano del Himalaya ocupa una posición estratégica en Asia Central y del Sur, tanto en términos geográficos, por la incidencia determinante en las relaciones con la India, como también en términos económicos por la importancia de los recursos naturales que alberga.

En lo que respecta al Tíbet, y en el contexto de su política del "Go West", China ha edificado en forma articulada una serie de medidas tanto en el ámbito local como hacia los países de la región, especialmente la India, y hacia la comunidad internacional sensible respecto al futuro de la etnia tibetana. En lo que hace a la Región Autónoma, todo indica que Beijing busca un mayor acercamiento y diálogo con el Dalai Lama y un progresivo relajamiento de su política disuasiva en Tíbet, desalentando movimientos secesionistas.

Sin dudas, espera que desviando la perspectiva política de la cuestión hacia un enfoque económico, especialmente con la construcción del Qingzang Railway, logrará romper el aislamiento regional e integrar al Tíbet al resto de la China en proceso de modernización acelerado. Y al mismo tiempo, atraerá con esta nueva herramienta contingentes de inmigrantes "no-tibetanos", tanto empresarios como obreros, con mejores condiciones para expandir el comercio local e internacional en la región. Se acusa a China de llevar a cabo una campaña de relocalización masiva de inmigrantes Han hacia el Tíbet, con ayuda del tren tibetano, que cambiaría seguramente su perfil socio-cultural. Más allá de las simpatías que, desde el punto de vista espiritual, suscite el dirigente tibetano, no hay dudas de que el fomento de estas políticas de expansión étnica responde a la lógica y la tradición de la planificación china, que siempre ha encarado sus políticas buscando hacer prevalecer el bien de la mayoría por encima de grupos o individuos.

En la actualidad, ya se observa cómo se está gestando un proceso de producción comercial para el mercado local dominado por los Han, y un mejoramiento de la infraestructura de rutas y comunicaciones que facilitará en un futuro cercano la expansión de estas actividades hacia los países y regiones vecinas. Este proceso podría rápidamente expandir los intercambios tanto con Nepal como con la provincia india de Sikkim al reabrirse la ruta comercial, y el turismo, incluidos los peregrinajes desde y hacia China. Aunque todavía queda por ver en este largo proceso de ensayo y error cuál será la actitud de Beijing ante un previsible incremento del tráfico fronterizo, sumado el religioso, con sus implicancias sociales y políticas. Ciertamente esta nueva situación es vista con cautela desde la India, ya que junto a las oportunidades que traerá aparejadas y la disminución de las tensiones binacionales, también licuará gran parte de las simpatías ganadas por el gobierno tibetano en el exilio con sede en Dharamsala.

Esta creciente presencia geoestratégica china también la está convirtiendo en un nuevo árbitro de los problemas políticos preexistentes en la región, lo cual incrementa su influencia en la zona.

Cualquiera sea el desenlace de esta política de largo aliento iniciada hace una década, no hay dudas de que constituirá un desafió -tanto para las autoridades chinas como para la comunidad tibetana- al colocar a esta Región Autónoma de Tíbet en una nueva realidad en el contexto regional.

Un nuevo factor ha irrumpido en esta escena como consecuencia del Cambio Climático. Los estudios científicos que llevan adelante expertos internacionales han expresado alarma por el rápido deterioro del medio ambiente derivado del creciente calentamiento global, invitando a la comunidad internacional a tomar rápidas medidas que neutralicen sus causas, y que tendrán un fuerte impacto en las condiciones socio-económicas de toda Asia. Este debate ha dado lugar a que tanto el Dalai Lama como el régimen chino busquen introducir elementos a favor de sus posturas a fin de ganar simpatías.

Lecciones de esta estrategia medioplacista

La política del "Go West" constituye una muestra acabada de la forma como este país ha logrado conciliar su estrategia de desarrollo regional con un objetivo prioritario de su política internacional, que es el de desactivar el impacto emocional de la cuestión tibetana -amplificado por el respaldo de algunas potencias occidentales- y al mismo tiempo convertirse en un actor de peso en una región estratégica de cara al futuro. Para ello ha apelado a realismo y, siguiendo seguramente las enseñanzas de Sun Tzu, a buscar "someter al enemigo sin luchar". También es una prueba elocuente de que los conflictos territoriales, en lugar de una política de confrontación sin medios de persuasión o disuasión adecuados, pueden ser encarados con mejores posibilidades de éxito creando condiciones para emprendimientos conjuntos.

Nuestro país que, salvando las distancias, cuenta con un territorio bajo dominio colonial británico habitado por una minoría de ese origen, y con una región que esta siendo afectada por el impacto del Cambio Climático en nuestra Cordillera de los Andes, y la Antártida, podría extraer importantes conclusiones de este accionar chino en el Altiplano Himalayo. La creación de un polo de desarrollo que potencie la economía de nuestra Patagonia y active la radicación de industrias que conlleve oportunidades para la radicación poblacional, podría inspirarse en la comentada política del "Go West" llevada a cabo por la potencia asiática.