Autor: Kelly Payne, Visiting Fellow, Yale University

Las elecciones presidenciales en Egipto se llevaron a cabo después de casi un año y medio de una dura lucha. Mirando atrás, al Egipto antes de la revolución, se revela que el país enfrentaba muchas dificultades en su camino hacia la democracia. El ex presidente  que gobernó durante treinta años, Hosni Mubarak, había asumido el poder en 1981 después del asesinato de Anwar El Sadat. Mubarak gobernaba bajo la ley de emergencia, que permitía la expansión del poder policial, la suspensión de los derechos constitucionales, y la legalización de la censura. Bajo su dominio, la población de Egipto vivió décadas de represión política, elecciones fraudulentas, corrupción, y dificultades económicas

Fue el 25 de enero de 2011 cuando, envalentonado por los levantamientos tunecinos, los grupos opositores en Egipto planearon una jornada de manifestaciones en contra del abuso policial. La noticia de la protesta planeada se expandió rápidamente gracias al uso de redes sociales, especialmente entre los jóvenes. A pesar de que el gobierno bloqueó los servicios de Internet y teléfonos celulares, los métodos más comunes para comunicar los detalles de las manifestaciones, los levantamientos continuaban creciendo. El 11 de febrero de 2011, se hizo historia: el vicepresidente Suleiman anunció que Mubarak había renunciado a la presidencia, y el Consejo Supremo de Fuerzas Armadas Egipcio asumiría el liderazgo del país. Prometió gobernar por seis meses, o hasta que fuera posible completar la transición democrática. Inmediatamente, se disolvió el parlamento y suspendió la Constitución

A pesar de que el ritmo de cambio era lento, y algunos cuestionaban si los militares dejarían el poder, eventualmente las manifestaciones forzaron el establecimiento de un proceso electoral democrático. Los Hermanos Musulmanes formaron el Partido de Libertad y Justicia que se combinó con cuarenta partidos más para crear una coalición, la Alianza Democrática. En respuesta a la misma, se formó el Bloque Egipcio, que consistía en partidos liberales, seculares y de centro-izquierda. Sin embargo, la Alianza Democrática se desarmó después de solamente tres semanas. Entre los partidos y coaliciones que se formaron luego de su implosión, se encuentran el partido New Wafd (liberal) y el partido Salafi, Al-Nour. Este último se reunió con algunos otros partidos para formar el bloque islámico

Las elecciones para la Asamblea Popular tuvieron lugar en tres partes entre el 28 de noviembre de 2011 y el 11 de enero de 2012. El partido de los Hermanos Musulmanes, Libertad y Justicia, ganó, recibiendo el 37.5% de los votos. El bloque islámico recibió el 27.8%, y el Nuevo Wafd recibió 9.2%. El Consejo de la Shura (cámara baja del parlamento) también fue elegido en tres partes entre el 28 de enero y el 22 de febrero. Nuevamente, el partido Libertad y Justicia recibió el apoyo de una fuerte mayoría con el 58.33%; Al-Nour recibió 25% y Nuevo Wafd, 7.78%. Con su abrumadora victoria, los Hermanos Musulmanes formaron una coalición con Al-Nour para afirmar su mayoría en el parlamento

La nueva Constitución egipcia, que debía estar finalizada antes de la elección presidencial, se encuentra estancada en la etapa de redacción. Una asamblea de 100 miembros, la mitad de los cuales también miembros del parlamento, fue nombrada en abril de 2012 por el Congreso. Rápidamente se presentaron quejas generalizadas sobre la deficiente representación de las mujeres, los jóvenes, y las minorías en la asamblea. Partidos liberales y seculares retiraron su participación por quejas sobre el rol del Islam en la constitución. El Tribunal Administrativo decidió suspender el proceso el 10 de Abril de 2012

A pesar de la incapacidad de producir un borrador constitucional que delineara los poderes presidenciales, el proceso de elección continuó. El 12 de abril, el Parlamento aprobó una ley  prohibiendo a antiguos oficiales de alto grado de la administración de Mubarak de presentarse a las elecciones presidenciales por un período de diez años. El 14 de abril, 10 de los 23 candidatos registrados fueron descalificados por el Consejo Supremo de la Elección Presidencial.   Rápidamente, cinco candidatos favoritos surgieron en la carrera: Mohamed Mursi del Partido de Libertad y Justicia; Ahmed Shafik; Hamdeen Sabbahi del Partido de la Dignidad; Abdel Moneim Abul Forouh; y Amr Moussa. Cada uno de estos candidatos posee una carrera política única y una visión distinta del Egipto post-revolucionario

Mohamed Mursi fue profesor de ingeniería en la Universidad Zagazig y miembro del parlamento desde 1995 hasta el año 2000. Integra desde hace varios años el partido de los Hermanos Musulmanes, desempeñándose en su Oficina de Dirección y asumiendo la presidencia del partido Libertad y Justicia en 2011. Luego de que su primer candidato, Khairat El-Shater, fuera descalificado de la elección (las reglas de la elección requieren que el candidato no haya estado en la cárcel en los seis años anteriores), el PLJ eligió apoyar a Mursi. Él es conocido por su estricto conservadurismo en asuntos sociales y por su pragmatismo político. En la primera vuelta de las elecciones, recibió la mayor cantidad de votos, con el 24.78%

El candidato Ahmed Shafik es un ex miembro de la Fuerza Aérea Egipcia, y sirvió como Ministro de Aviación Civil de Mubarak desde 2002 hasta 2011. En un esfuerzo para aplacar las protestas de febrero de 2011, Mubarak lo designó Primer Ministro. Su nombre había surgido durante los últimos años del gobierno como un posible sucesor. Estaba a cargo del gobierno durante la llamada ‘Batalla del Camello', donde manifestantes en la plaza Tahrir fueron atacados por hombres armados montando caballos y camellos. Shafik fue removido de su cargo como Primer Ministro por el Consejo Militar luego de una confrontación con el escritor y activista Alaa El-Aswani en un programa de entrevistas en vivo, en el que parecía estar fuera de la realidad de la vida de los egipcios. En la campaña, ha insinuado que él es el candidato apoyado por el Consejo Militar, y en su mensaje garantiza alcanzar orden y seguridad dentro de los 30 días de ser elegido. Ahmed Shafik recibió la segunda mayor cantidad de votos en la primera vuelta, con el 23.66% y avanzó a la segunda vuelta electoral, donde se enfrentará con Mursi los días 16 y 17 de junio próximos

El tercer candidato, Hadmdeen Sabbahi, es Nasserista y disidente político, famoso por confrontarse a Al-Sadat cuando era el líder de la unión estudiantil de la Universidad de El Cairo. En 2000, fue elegido como representante en el parlamento, y en 2004, ayudó a fundar las bases del movimiento Kefaya que abogaba en contra de la continuación de la presidencia de Mubarak y de los esfuerzos por posicionar a su hijo Gamal como sucesor. Sabbahi también es muy crítico de los Estados Unidos e Israel, y cree en la asistencia material a la resistencia palestina. En 2010, colaboró en la fundación de la Asamblea Nacional para el Cambio, con Mohamed ElBaradei, que buscaba la reforma constitucional y la justicia social. Ha apoyado con entusiasmo la revolución desde el principio, y sufrió heridas leves durante las manifestaciones en contra del régimen. Sabbahi también es un feroz crítico del Consejo Supremo de Fuerzas Militares, que ha gobernado desde la salida de Mubarak. Se trata de una figura secular, y apuntó en su campaña a la clase trabajadora con un mensaje de igualdad social. Se ubicó en tercer lugar en la votación, con el 20.72%

El candidato Abdel Moneim Aboul Fotouh es un moderado que dirige la Unión Médico Árabe. También disidente político durante muchos años, fue encarcelado una vez durante la administración Sadat y dos veces bajo el gobierno de Mubarak. Se desempeñó en el Departamento de Dirección de los Hermanos Musulmanes desde 1987 hasta 2009 donde representaba la voz liberal. A pesar de ser activo en los Hermanos, fue forzado a dejar el partido después de anunciar su candidatura presidencial (en ese momento los Hermanos prometieron no monopolizar la escena política de la nueva república anunciando un candidato). Fue una figura popular entre los jóvenes, prometiendo nombrar un vicepresidente joven y llenar la mitad de puestos administrativos con personas de menos de 45 años. Alcanzó el cuarto lugar en la votación, con el 17.47% de los votos

El candidato Amr Moussa es un conocido político y diplomático de carrera. Sirvió como  Ministro de Relaciones Exteriores entre 1991 y 2001, y ese año se convirtió en Secretario General de la Liga Árabe, cargo que ocupó hasta 2011. Inicialmente, apoyó la revolución con cautela. Posee una extensa experiencia en diplomacia y mantiene fuertes relaciones con los líderes del mundo árabe. Obtuvo el 11.13% de los votos

Las opciones que se le presentan al pueblo egipcio en esta segunda vuelta de la elección presidencial son Mohamed Mursi, un islamista conservador, y Ahmed Shafik, un adepto de Mubarak. Ninguno cuenta con el apoyo de los revolucionarios jóvenes. En realidad, con una participación tan reducida (43%), ninguno disfruta de un apoyo significativo. Mursi recibió 5.7 millones de votos, y Shafik 5.5 millones, pequeños números en un país de 50 millones de personas. Poco después de que los resultados de la elección presidencial fueran anunciados, unos miles de manifestantes llenaron la Plaza de Tahrir para protestar en contra de Shafik, gritando "¿Donde está la revolución?''. Otros incendiaron su sede de campaña en El Cairo

La coalición de Shafik incluye hombres de élite, ex militares, miembros de la minoría cristiana copta, y cosmopolitas que están vigilantes en contra de la piadosa intolerancia de los Hermanos. Los temores de vivir sin ley y el control total de los islamistas es lo que une esta coalición dispar. Queda por verse si su método de la ley y el orden puede vencer la gigante máquina política de los Hermanos Musulmanes. Para los egipcios, es la vieja pregunta entre el secularismo y un estado islámico, en una elección que está dominada por políticos tradicionales. En la elección entre un amigo de Mubarak y su tradicional oposición, las voces de los revolucionarios no encuentran lugar. Egipto está en una encrucijada, y el 17 de junio decidirá el tipo de estado que quiere ser, si no, quizá volveremos a Tahrir