Fuerzas Armadas, Pandemias y Desastres Naturales

Por Juan Battaleme, Secretario Académico del CARI, 6 de abril de 2020

La crisis provocada por la Pandemia del nCOVID-19 nos permite apreciar dos imágenes simultáneas y comunes a todas las regiones del planeta. Por un lado, aquellas que nos muestran las ciudades semi-desiertas y en silencio producto de la cuarentena; hasta el momento, la única manera viable de contener la expansión del virus. La segunda imagen es el despliegue operacional de los distintos componentes de las FF.AA., las cuales utilizando las capacidades operacionales que disponen para enfrentar un conflicto armado, son movilizadas indistintamente para enfrentar la pandemia. El objetivo de su despliegue es claro: atender las necesidades de la sociedad frente a un desastre natural como el que enfrentamos reforzando las capacidades del Estado en aquellas áreas donde puedan necesitarse.

Desde el transporte aéreo estratégico, la distribución de raciones en zonas afectadas por la disrupción económica, hasta el despliegue de hospitales de campaña tanto en tierra como en el espacio marítimo, los militares son convocados para asistir, reforzar a los sistemas de salud y sociales que se vean atribulados por el auge de los problemas derivados directa e indirectamente de la situación de contingencia. La imagen de la llegada del USNS Confort a Nueva York se suma a las que nos llegan desde Alemania, Corea del Sur, España, Francia, Italia y nuestro país contribuyendo activamente donde se los necesite.

El caso del buque hospital norteamericano es paradigmático, ya que al reforzar al sistema de salud no lo hace en la atención de pacientes enfermos por el nCovid-19, por el contrario, se lo destina como espacio de asistencia de cientos de pacientes con otras patologías igual de importantes que atender y que no deben ser puestos en aquellos lugares donde se trata a las víctimas de la misma.

Los militares actúan reforzando los diversos sistemas que necesita el Estado para continuar con cierto grado de "normalidad". Los militares aportan a una situación crítica una cadena logística sostenida, un mando y control claro, hombres entrenados en responder frente a las diversas situaciones que suponen un stress social importante y la posibilidad de actuar de manera consistente con el objetivo político determinado al responder materialmente entregando ayuda humanitaria y lidiando con las peores consecuencias de cualquier catástrofe.

El primer ministro de Singapur Lee Hsien Loong hablando sobre la situación que el virus generaba en su país, fue muy claro al remarcar que la presencia de las FF.AA. asistiendo en la administración de la crisis es fundamental desde el punto de vista de la siquis nacional, ya que contribuía a demostrar la capacidad de resiliencia que ese país tiene en caso de un agravamiento de la situación. La fortaleza institucional de un Estado se puede ver en los momentos de stress social.

Los despliegues humanitarios han sido una constante en la política exterior y de defensa de Argentina. Los hospitales de campaña que ahora vemos desplegados en Campo de Mayo y posiblemente en otros lugares del territorio nacional, salvaron vidas antes en escenarios tan complejos como Kosovo en plena guerra civil o en Haití después de trágico terremoto del 2010. A nivel nacional los pobladores de Comodoro Rivadavia recibieron -en una operación que involucró al Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea- toda la asistencia que necesitaban frente a las inundaciones que los asolaron en 2017. Esto demuestra que cuando los militares disponen de las capacidades y el entrenamiento adecuado pueden actuar como respuesta rápida y efectiva frente a diversas situaciones.

La experiencia sumada en esos despliegues demuestra la importancia de la dimensión internacional de la política de defensa. Los militares argentinos desde los años noventa en adelante se han entrenado en el arte de salvar y proteger vidas en cada uno de los despliegues humanitarios que han realizado. Las diversas situaciones que han tenido que enfrentar, les ha dejado un acervo institucional que les permite actuar con efectividad en cada una de las tareas recomendadas.

Como parte del conjunto de servidores públicos también quedan expuestos a las vicisitudes que sus despliegues operativos pueden ocasionar. Es por ello que inevitablemente los militares deberán también tomar medidas para que la expansión de la enfermedad no debilite su capacidad operativa en las funciones que tiene que realizar mientras dure la crisis. Es probable que el rol de los militares se siga revalorizando en tanto sean capaces de cubrir aquellos puntos donde una crisis sostenida pueda hacer flaquear otras capacidades del Estado.