Democracia en tiempos de pandemia: reflexiones en ocasión del Dia Internacional de la Democracia

Por Nora C. Luzi, Abogada y Especialista en Relaciones Internacionales (Universidad Nacional de La Plata). Magister en Estudios Legales Internacionales (Master in Laws Washington College of Law. American University). Coordinadora de Gobernabilidad Democrática. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
Las opiniones aquí vertidas son personales y no representan al PNUD, a su Junta Ejecutiva ni a sus Estados Miembro

 

El 15 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Democracia, adoptado por la Asamblea General de Naciones Unidas el 8 de noviembre de 2007. Esta fecha nos brinda una oportunidad para reflexionar sobre el estado de la democracia en el mundo en tiempos excepcionales como el que transitamos, debido a la emergencia sanitaria impuesta por la pandemia del COVID-19.

Los orígenes de la democracia se remontan a la antigua Atenas donde en el 508 AC se registró el uso de la palabra para definir su sistema de gobierno: etimológicamente Demos significa pueblo y Kratos gobierno. Muchos años después, una ley limitó severamente los poderes especiales del Consejo de Areópago, que era el Consejo Supremo Judicial y Legislativo, conformado por nobles en la antigua Atenas, impulsando la vigencia de este concepto.

La historia nos muestra hitos importantes en la evolución de la democracia como sistema político: la Carta Magna de 1215, el primer parlamento elegido en 1265, la ley de Hábeas Corpus en 1679, todos en el marco de la democracia parlamentaria de Inglaterra y de Escocia. En el continente americano, la primera constitución de Pennsylvania en 1682, que otorgaba derechos y libertades a los colonos llegados a Estados Unidos, establecía una legislatura representativa e introducía el concepto de equilibrio de poderes que fue antecedente de la Constitución de los Estados Unidos ratificada en 1789 y cuyo objetivo fue la limitación en la concentración y el ejercicio de poder en el manejo de la cosa pública.

El siglo XX fue testigo de importantes avances en materia de ejercicio de derechos civiles, políticos y sociales, entre ellos, el sufragio universal, la representación política, las listas abiertas para la elección de funcionarios públicos, el reconocimiento de los derechos de las mujeres, el rol de la rendición de cuentas y la participación ciudadana en el sistema democrático, aunque todo ello fue de manera desigual y con avances y retrocesos en el mundo.

En el siglo XXI y hasta 2010, las democracias liberales abarcaban la mayoría de los países, pues representaban el 55% de 99 países. Sin embargo, en la última década y hasta 2018, se observó un declive en los regímenes democráticos de más de 20 países, los cuales, ponderados por la cantidad de habitantes, implicaban que un tercio de la población mundial vivía en países cuyas democracias se estaban debilitando, presentando rasgos de autoritarismo, según el índice 2019 de V-Dem que mide democracia electoral, estado de derecho, respeto a las libertades individuales, sistema de pesos y contrapesos entre los poderes.

En 2019 la proporción de países que registró movimientos a favor de la democracia aumentó del 27% al 44%; sin embargo, los procesos de autoritarismo se aceleraron en el mundo ya que, por primera vez desde 2001, el autoritarismo subió, abarcando 92 países y el 54% de la población mundial y, también por primera vez, un miembro de la Unión Europea fue clasificado como régimen electoral autoritario. Más aún, los procesos de concentración de poder y autoritarismo afectaron países como la India, Brasil y los Estados Unidos. En Latinoamérica descendió a niveles de los años 90, mientras que Europa Central y Asia Central muestran niveles de la era postsoviética, en las mediciones citadas.

Uno de los grandes desafíos de las democracias es la exclusión social. Si bien de manera general la relación entre democracia y bajos niveles de exclusión es clara, dicha relación no es lineal cuando se observa a la luz de la Clasificación de Regímenes en el Mundo la cual distingue entre autoritarismos, autoritarismos electorales, democracias electorales y democracias liberales.

La desigualdad económica ha aumentado desde la mitad de la década del 80 en la mayor parte del mundo. En claro reconocimiento a las consecuencias negativas de la desigualdad y exclusión social, cada vez más los programas de desarrollo en el mundo se orientan a minimizarlas.

La irrupción de la pandemia ocasionada por el COVID-19 dio lugar a la emergencia sanitaria que rápidamente se transformó en económica y puso en evidencia la desigualdad y exclusión de las personas agravando el desafío que ya enfrentaba la gobernabilidad democrática.

La rapidez del contagio, la inexistencia de tratamiento que evite muertes y la incertidumbre sobre la viabilidad de una vacuna, sumado a la débil cooperación internacional, estresan los sistemas democráticos nacionales y avanza la tentación de los gobiernos a diseñar e implementar políticas de contención del virus y paliativas de los negativos impactos económicos de manera unilateral, con falta de transparencia, sin intervención de los poderes legislativos y organismos de control, sin consensos y, en algunos países, con una débil prestación de servicios públicos incluidos los de salud, educación y justicia, impactando de manera más gravosa en las personas en situación de vulnerabilidad social y económica.

En este Dia Internacional de la Democracia debemos recordar que se celebra mucho más que un sistema de organización política: se celebra una visión de la vida en comunidad que garantice la dignidad humana sobre la base de la libertad, el respeto por los derechos humanos, la elección periódica de sus gobernantes, el acceso a la información pública, el control en el ejercicio del poder y la rendición de cuentas a la ciudadanía.

Es por ello que en tiempos excepcionales como los actuales, debemos fortalecer las instituciones de la democracia. La pandemia no justifica restricciones al ejercicio del poder democrático.

En palabras del Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres: "mientras el mundo enfrenta el COVID-19, la democracia es crucial para asegurar el libre flujo de información, la participación en la toma de decisiones y la rendición de cuentas en la respuesta a la pandemia".

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