El CARI lleva adelante dos tipos de actividades. Por un lado, desarrolla sesiones académicas bajo la forma de conferencias, seminarios o mesas redondas. Estos eventos son anunciados en este sitio web y la participación en ellos es libre y gratuita. Por otro lado, el CARI organiza actividades privadas bajo la forma de reuniones de Comité o talleres de trabajo a las que asisten sólo los miembros del CARI o bien invitados del país y del exterior que por sus conocimientos o responsabilidades son convocados para asistir a distintos encuentros.
Este tipo de eventos, de carácter privado, tiene lugar bajo la regla de no atribución, más conocida como la Chatham House Rule. El principio general de esta regla es que cuando una reunión tiene lugar bajo la regla de Chatham House, los participantes son libres de utilizar la información obtenida siempre y cuando no revelen la identidad de quien la proveyó. Esta simple pero eficiente regla garantiza una mayor confianza a quien desea brindar información sin que la misma cobre estado público.
Desde comienzos de la década de 1970, después de haber podido apreciar durante mi gestión en los Estados Unidos la acción desarrollada por el "Council on Foreign Relations" de Nueva York y preocupado por la proyección del país hacia el exterior, estuvo presente en mi ánimo la idea de crear en la Argentina un organismo que reuniera distintas expresiones del pensamiento nacional para investigar y estudiar los problemas internacionales.

En esos años, la Argentina estaba dividida por intensas pasiones políticas que impedían el diálogo para alcanzar acuerdos no sólo en temas trascendentales sino también en los de menor importancia.

Las primeras consultas para establecer si era posible lograr consensos sobre asuntos de interés nacional, se hicieron a ministros de relaciones exteriores de diferentes gobiernos y a diplomáticos de mayor experiencia. Fue necesario insistir en la necesidad de desarrollar una labor académica al margen de cualquier posición sectaria o partidista.

Si se compara con las organizaciones de Estados Unidos y de Europa donde existe un interés académico más desarrollado y las disidencias no impiden la tarea común, es posible entender las dificultades que hubo que vencer inicialmente en un país conmocionado por el antagonismo.

Conscientes de la importancia que tenía esta iniciativa, algunos argentinos, a quienes no los menciono para evitar omisiones involuntarias -muchos de los cuales integraron el primer Comité Ejecutivo- motivados además por la carencia en la Argentina de una institución con estas características, impulsaron y fortalecieron mi creencia de que era necesario concretar el proyecto.

Tuvo también, incidentalmente, un rol importante el entonces y por muchos años, Presidente del "Council on Foreign Relations" de Chicago, John E. Rielly, quien con su experiencia ayudó a responder muchas inquietudes que teníamos para que la propuesta pudiera llevarse a cabo con éxito y perdurar. En ese sentido, Rielly coincidió en que debían participar en el Consejo personas pertenecientes a distintas actividades y sectores de opinión del país. Aclaró que no era necesario tener un local propio para realizar actos públicos pues ellos podían llevarse a cabo, como sucedía con el Consejo de Chicago, en los pertenecientes a otras instituciones, hoteles, teatros, etc. Para la conducción administrativa, agregaba, bastaba con un local relativamente pequeño.

Fue así como las primeras reuniones administrativas del CARI se realizaron en el estudio jurídico que yo compartía con el Dr. Alberto Rodríguez Galán. Este problema logístico pudo finalmente resolverse por la generosidad del Dr. Carlos Conrado Helbling quien donó el primer piso. Más tarde, se adquirieron partes del segundo y el tercer piso, los que, en su conjunto, constituyen hoy en día la sede del Consejo. El mobiliario y las obras de arte fueron en casi todos los casos donaciones de miembros de la institución. Las primeras sesiones públicas se efectuaron, entre otros, en los salones de actos de la Sociedad Científica Argentina, del Colegio de Escribanos y de la Bolsa de Comercio de la ciudad de Buenos Aires.

Entre 1982 y 1985, en razón de tener que cumplir funciones como Embajador en los Estados Unidos, se hizo cargo de la presidencia del Consejo, su Vicepresidente, el Dr. Jorge A. Aja Espil quien realizó una exitosa y difícil gestión. Con su reconocida energía y capacidad pudo fortalecer nuestra organización y garantizar su continuidad.

Hoy, después de casi tres décadas de existencia, el CARI puede exhibir un programa académico responsable con más de veinte Comités de Estudios, dos Institutos y un Foro Público que ha recibido a las más altas personalidades extranjeras y argentinas.

Si se simplificara nuestra evaluación, quizás, habría que poner énfasis en la independencia con que se tratan las cuestiones más controvertidas y en el hecho, casi único, de ser un centro donde participan las más diversas corrientes de opinión. Aun cuando la situación política del país ha cambiado significativamente durante todos esos años, es frecuente encontrar reunidas a personas de tendencias opuestas que con responsabilidad y respeto recíprocos debaten los más acuciantes temas sin que en ningún momento se planteen conflictos o situaciones inconciliables.

Un hecho también novedoso, que no se da en países con instituciones más evolucionadas, es que la labor del Consejo que en sus comienzos dependía de muy pocas manos, cuenta en la actualidad con la participación de figuras relevantes de la vida nacional que ofrecen sus servicios de manera honoraria. Como obra colectiva honra al país el esfuerzo llevado a cabo con desinterés por tan prestigioso núcleo de compatriotas.

La acción desarrollada sigue siendo muy importante, sobre todo en situaciones tan cambiantes en el orden internacional y en el orden interno de nuestros países. Pero queda demostrado que no todos los ideales son inalcanzables y que, cuando existe una profunda convicción acompañada de una voluntad decidida, las más difíciles tareas pueden ser realizadas.

El reconocimiento internacional unido al respeto que ha logrado nuestro propio país nos estimula a perseverar en una gestión cotidiana sin estridencias. Justo es decir que nuestra libertad plena de independencia académica ha sido reconocida por los distintos sectores oficiales y privados del país. En este sentido, deseo expresar mi agradecimiento a las autoridades nacionales, provinciales y municipales, a las instituciones públicas y privadas, a las empresas y personas que nos han apoyado y continúan haciéndolo hasta el presente.

Casi cien Jefes de Estado y de Gobierno en actividad y varios cientos de ministros de diferentes carteras, académicos y empresarios de nivel internacional que nos han visitado han testimoniado su admiración por los resultados que hemos logrado, consideración que nos ha ayudado a sostener con entusiasmo nuestra tarea.

El CARI ha seguido con atención los procesos más trascendentes ocurridos en estas tres décadas. Un análisis minucioso que acompaña a las presentes palabras introductorias muestra la correspondencia de nuestros actos con las circunstancias de cada momento histórico.

La institución se ha visto fortalecida por la cantidad de estudios y publicaciones realizados. Sería injusto mencionar algunos sin tener en cuenta los muchos aportes hechos por sus miembros.

Se cuenta con un reducido personal administrativo cada vez más especializado, que ingresa por concurso, con requerimientos que se han ido perfeccionando como por ejemplo, título universitario, amplio conocimiento de idiomas, etc. Este cuerpo profesional de colaboradores es conducido por el Secretario Administrativo Juan Carlos Areso, cuya tarea ejemplar ha resultado casi insustituible para que el Consejo pudiera desarrollarse del modo que lo ha hecho y para su efectiva consolidación.

Esta memoria trata de resumir, aunque por su extensión pudiera parecer lo contrario, la obra realizada desde su creación. Sin embargo no se mencionan las innumerables reuniones de trabajo de los Comités de Estudio, Grupos de Trabajo e Institutos que se realizan casi diariamente.

Mucho queda por hacer. El CARI, como se lo conoce por sus siglas, es no sólo una institución del presente, es sobre todo, una institución del futuro que debe perdurar en manos expertas porque el país necesita contar con el aporte serio de personas especializadas especialmente, en un mundo competitivo dónde el éxito se logra con esfuerzo continuado y un profundo sentimiento orientado al servicio del país
Carlos Manuel Muñiz, Presidente (1978-2007)
Diciembre de 2004